Por su parte, Clemente de Alejandría (150-217 dC) dice: “Él solo es Dios y Hombre, y la fuente de todas las cosas buenas.”
En su comentario sobre a la primera epístola de Juan escribe “El Hijo de Dios, siendo, por igualdad de sustancia, uno con el Padre, es eterno e increado”. Más adelante en la misma obra sigue profundizando en su teología del logos afirmando que la divina palabra es “evidentemente verdadero Dios”, y agrega que estaba “al mismo nivel” que el Padre, lo cual probaría que no tenía inclinaciones subordinacionistas. “Desdeñado en cuanto a su apariencia pero en realidad adorado, el Expiador, el Salvador, la Palabra Divina, Él que es absoluta y evidentemente Dios Verdadero, Él que está puesto al mismo nivel del Señor del Universo porque Él era su hijo, y la palabra estaba en Dios”.
Teófilo de Antioquia (200 dC) “Teniendo, pues, Dios a su Verbo inmanente en sus propias entrañas, le engendró con su propia sabiduría, emitiéndole antes de todas las cosas. A este Verbo tuvo El por ministro de su creación y por su medio hizo todas las cosas….Este se llama principio, pues es Príncipe y Señor de todas las cosas por El fabricadas”.
Tertuliano (160-220 dC) Fue el primero en aplicar el vocablo latino Trinitas (Trinidad) a las tres divinas Personas. En De pudicitia (Sobre la modestia) escribe: “..Para la misma iglesia es, propiamente y principalmente, el Espíritu mismo, en el cual es la Trinidad de Una Divinidad – Padre, Hijo y Espíritu Santo” .
En Adversas Praxean (Contra Práxeas) tertuliano da una explicación de la doctrina Trinitaria aún más completa:
“Sin embargo, como hemos hecho de hecho siempre (y más especialmente desde que hemos sido mejor instruidos por el paráclito, que conduce a los hombre hacia toda la verdad), creemos que hay un solo Dios, pero bajo la siguiente dispensación, o οἰκονομία, como es llamado, que este único Dios tiene también un Hijo, Su Palabra, que procede de Él mismo, por quien todas las cosas fueron hechas, y sin el cual nada fue hecho.
Creemos que Él ha sido enviado por el Padre a la Virgen, y ha nacido de ella – siendo Dios y Hombre, el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios, y ha sido llamado Jesucristo; creemos que ha sufrido, muerto, herido, de acuerdo a las Escrituras, y, después ha resucitado por el Padre y llevado al cielo, para sentarse a la derecha del Padre, y él vendrá a juzgar a vivos y muertos, quien envió también desde el cielo del Padre, de acuerdo con su promesa, al Espíritu Santo, el Paráclito, el santificador de la fe de aquellos que creen en el Padre, y en el Hijo y en el Espíritu Santo. Esta es la regla de fe que ha venido hasta nosotros desde el principio del evangelio, incluso antes de todas las viejas herejías”.
Sigue Tertuliano afirmando: “El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: tres, sin embargo no en condición, sino en grado, no en sustancia, sino en forma, no en poder, sino en aspecto”
Orígenes (185-254) “Nuestro Señor y Salvador, en su relación con el Padre y Dios del universo, no es una sola carne, ni tampoco un solo espíritu, sino algo mucho más elevado que la carne y el espíritu, un solo Dios.”
Orígenes utiliza frecuentemente el término Trinidad41, que el Hijo procede el Padre, y dado que Dios es eterno sigue que este acto de generación es también eterno, por lo que el Hijo no tiene principio y no hubo un tiempo en que El no existiera (se opone con antelación a la herejía del arrianismo que afirmaría posteriormente lo opuesto, a saber, que hubo un tiempo en que el Hijo no existía” No obstante, Orígenes rozaba el subordinacionismo, cuando afirma que “nosotros decimos que el Salvador y el Espíritu Santo están muy por encima de todas las cosas creadas, con una superioridad absoluta, sin comparación posible; pero decimos también que el Padre está por encima de ellos tanto o más de lo que ellos están por encima de las criaturas más perfectas.
En su comentario sobre a la primera epístola de Juan escribe “El Hijo de Dios, siendo, por igualdad de sustancia, uno con el Padre, es eterno e increado”. Más adelante en la misma obra sigue profundizando en su teología del logos afirmando que la divina palabra es “evidentemente verdadero Dios”, y agrega que estaba “al mismo nivel” que el Padre, lo cual probaría que no tenía inclinaciones subordinacionistas. “Desdeñado en cuanto a su apariencia pero en realidad adorado, el Expiador, el Salvador, la Palabra Divina, Él que es absoluta y evidentemente Dios Verdadero, Él que está puesto al mismo nivel del Señor del Universo porque Él era su hijo, y la palabra estaba en Dios”.
Teófilo de Antioquia (200 dC) “Teniendo, pues, Dios a su Verbo inmanente en sus propias entrañas, le engendró con su propia sabiduría, emitiéndole antes de todas las cosas. A este Verbo tuvo El por ministro de su creación y por su medio hizo todas las cosas….Este se llama principio, pues es Príncipe y Señor de todas las cosas por El fabricadas”.
Tertuliano (160-220 dC) Fue el primero en aplicar el vocablo latino Trinitas (Trinidad) a las tres divinas Personas. En De pudicitia (Sobre la modestia) escribe: “..Para la misma iglesia es, propiamente y principalmente, el Espíritu mismo, en el cual es la Trinidad de Una Divinidad – Padre, Hijo y Espíritu Santo” .
En Adversas Praxean (Contra Práxeas) tertuliano da una explicación de la doctrina Trinitaria aún más completa:
“Sin embargo, como hemos hecho de hecho siempre (y más especialmente desde que hemos sido mejor instruidos por el paráclito, que conduce a los hombre hacia toda la verdad), creemos que hay un solo Dios, pero bajo la siguiente dispensación, o οἰκονομία, como es llamado, que este único Dios tiene también un Hijo, Su Palabra, que procede de Él mismo, por quien todas las cosas fueron hechas, y sin el cual nada fue hecho.
Creemos que Él ha sido enviado por el Padre a la Virgen, y ha nacido de ella – siendo Dios y Hombre, el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios, y ha sido llamado Jesucristo; creemos que ha sufrido, muerto, herido, de acuerdo a las Escrituras, y, después ha resucitado por el Padre y llevado al cielo, para sentarse a la derecha del Padre, y él vendrá a juzgar a vivos y muertos, quien envió también desde el cielo del Padre, de acuerdo con su promesa, al Espíritu Santo, el Paráclito, el santificador de la fe de aquellos que creen en el Padre, y en el Hijo y en el Espíritu Santo. Esta es la regla de fe que ha venido hasta nosotros desde el principio del evangelio, incluso antes de todas las viejas herejías”.
Sigue Tertuliano afirmando: “El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: tres, sin embargo no en condición, sino en grado, no en sustancia, sino en forma, no en poder, sino en aspecto”
Orígenes (185-254) “Nuestro Señor y Salvador, en su relación con el Padre y Dios del universo, no es una sola carne, ni tampoco un solo espíritu, sino algo mucho más elevado que la carne y el espíritu, un solo Dios.”
Orígenes utiliza frecuentemente el término Trinidad41, que el Hijo procede el Padre, y dado que Dios es eterno sigue que este acto de generación es también eterno, por lo que el Hijo no tiene principio y no hubo un tiempo en que El no existiera (se opone con antelación a la herejía del arrianismo que afirmaría posteriormente lo opuesto, a saber, que hubo un tiempo en que el Hijo no existía” No obstante, Orígenes rozaba el subordinacionismo, cuando afirma que “nosotros decimos que el Salvador y el Espíritu Santo están muy por encima de todas las cosas creadas, con una superioridad absoluta, sin comparación posible; pero decimos también que el Padre está por encima de ellos tanto o más de lo que ellos están por encima de las criaturas más perfectas.
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