domingo, 18 de diciembre de 2016

Antonio Pérez, el primero entre los traidores (VII)

En ésta época, la princesa contaba treinta y seis años, era madre de diez hijos, y era tuerta, y a lo que parece conservaba una gran belleza y una gran ambición, lo que le permitió pasar de ser una mujer recatada a ser una cortesana que acabó intimando más de lo que el recato permite con el secretario de estado. Pero intimando, ¿hasta donde?... Al parecer bastante más allá de la intimidad sexual.

Por otra parte, ¿qué relación tenía Antonio Pérez con Escobedo? Muy cercana. Tanto que en 1574 había redactado cartas pidiendo favores para él, donde lo llama “grande amigo mío y como hermano”.[1]

A la par, se sucedían otros asuntos que acabarían entrelazándose con estos; Don Juan había sido enviado en 1576 a Flandes tras haber triunfado los postulados pacifistas enarbolados por Antonio Pérez, “que defendían una nueva política conciliadora con los rebeldes flamencos tras los fracasados gobiernos militares de Alba y Requesens”[2],

Al objeto de completar la labor de pacificación que había empezado el duque de Alba y que Requesens no pudo terminar al haber fallecido ese mismo año. Pero el pueblo, que tan grato recuerdo guardaba del emperador Carlos, soliviantado por Guillermo de Orange no vio en el hijo al pacificador, sino al enemigo, al que negó el embarque de las tropas que iban destinadas a la conquista de Inglaterra.

Esta situación enervaba a Don Juan que,“acostumbrado hasta entonces á empresas rápidas y brillantes, le desesperaba su impotencia, y víctima ya de las mortales amarguras que le condujeron lentamente al sepulcro, pidió se le relevase.”[3]

Para tratar esos asuntos que tanto preocupaban a D. Juan de Austria, en 1577 viaja Escobedo a España al objeto de  recaudar fondos y buscar apoyo contra los rebeldes flamencos. Era Escobedo uno de los íntimos de la casa de Éboli, protegido del fallecido príncipe.

Escobedo llevaba un tiempo en Madrid ocupado de los asuntos de Don Juan, y el ambiente se hallaba enrarecido debido al gran disgusto que manifestaba el héroe de Lepanto. Pero no era este asunto el único que enrarecía el ambiente. Las diferencias comenzaron a surgir entre Escobedo y su antiguo amigo de conveniencia, Antonio Pérez, por lo que aquel, siendo que tenía fácil acceso a los asuntos de la casa gracias a la larga relación que había tenido con Ruy Gómez de Silva, comenzó a investigar sobre las relaciones existentes entre la princesa y el secretario de estado. La pesquisa le resultaba sencilla dado que conservaba excelentes relaciones con el servicio, y éste, en su fuero interno, se sentía dolido con el trato recibido por parte de la tuerta más guapa de la historia.

Escobedo y Antonio Pérez eran partícipes de un mismo partido; Antonio Pérez había gestionado el nombramiento de Escobedo como secretario de Don Juan de Austria con la idea de mantenerse informado por encima de la voluntad del propio D. Juan, y ambos eran amigos hasta el punto que “entre las partidas de bautismo de la parroquia de la Almudena, están las de los hijos de Antonio Pérez. Juan de Escobedo aparece como padrino. La amistad entre los dos secretarios es evidente”[4], pero Escobedo resultó ser un fiel secretario. Sin embargo, Antonio Perez era muy dado a las intrigas, como era dada su amante, la princesa de Éboli. Juntos, o separados, propalaron supuestas conspiraciones de D. Juan de Austria, que nunca conspiró, y Felipe II, al parecer creyó en un principio lo que le decía su secretario.

[1] Telechea Idígoras, I. Antonio Pérez, a través de la documentación de la Nunciatura de Madrid. http://www.saavedrafajardo.org/Archivos/LIBROS/Libro0289.pdf

[2] Martínez Hernández, Santiago. DON GÓMEZ DÁVILA Y TOLEDO, II MARQUÉS DE VELADA, Y LA CORTE EN LOS REINADOS DE FELIPE II Y FELIPE III, (1553-1616).

[3] Mignet, Francois. Antonio Pérez y Felipe II  Pag. 11

[4] Alvar Ezquera, Alfredo. LOS CORTESANOS DE FELIPE II SEGUN LAS RELACIONES DE ANTONIO PEREZ http://digital.csic.es/bitstream/10261/14986/1/20090715122456673.pdf
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