viernes, 30 de octubre de 2015

Los Cátaros

                                                
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La Baja Edad Media es una época de cambios en todos los sentidos, y al tiempo de acontecimientos dramáticos que influyeron notablemente en el modo de vida y pensamiento de la sociedad europea. Las epidemias, las hambrunas, las guerras y los saqueos subsiguientes, las malas cosechas consecutivas, y, al final, la Peste Negra, crearon un grupo muy numerosos de desheredados, de pobres de solemnidad, muchos de ellos sometidos a la Iglesia como siervos, ya que los monasterios ejercían su poder como cualquier otro señor feudal y no tenían misericordia a la hora de recoger gabelas, cargas y tributos. Además, la riqueza y el oropel de los que hace gala la Iglesia hace que la indignación de muchos de estos hombres creciera hasta límites insospechados.
Es en el siglo III cuando, por primera vez en la historia cristiana, se identifica a una secta cristiana con la denominación de "cataros": se trataría de los novacianos. Sin embargo, la palabra cataros, del griego "Katharoi" o puros, no iba a volver a hacer referencia a otros cristianos, hasta pasados más de nueve siglos, cuando en el 1163, en Renania, el monje Eckbert von Schönau, lleva a cabo una serie de homilías y citas donde hace referencia a los herejes que por entonces hay en Colonia, de una manera despectiva, utilizando  para ello la palabra "cátaros", fruto de un juego de palabras que, en alemán, tendría el significado de "los  adoradores de los gatos". La intención de dicho sobrenombre o apodo, se fundamentaba en los rumores que  corrían sobre los cátaros, donde se les acusaba de llevar a la práctica obscenos rituales con gatos. Este apodo tomó fuerza y fue el que popularmente fue utilizado para identificar a esta secta cristiana, quienes a si  mismos se hacían llamar como "buenos cristianos" o "els bons homes" (los hombres buenos).

En un concilio celebrado en 1022, en Orléans, en presencia del Rey Roberto el Piadoso, trece cátaros  fueron condenados a la hoguera. Diez de ellos habían sido canónicos en la iglesia de la Santa Cruz, y otro había sido confesor de la Reina Constanza. En 1114 varios herejes que habían sido capturado en la Diócesis  de Soissons fueron quemados por el populacho mientras sus casos estaban en discusión aún en el Consejo de Beauvais. Otros resultaron amenazados con recibir un trato similar o bien corrieron la misma suerte en Liège en 1144. Algunos de ellos fueron liberados sólo debido a la enérgica intervención del obispo  local, Adalbero II. Durante el resto del Siglo XII, los cátaros aparecieron en rápida sucesión en lugares  diferentes. En 1162, el Arzobispo de Reims, mientras estaba de visita en Flandes, los encontró ampliamente extendidos en esa parte de la provincia eclesiástica. La confiscación, el exilio, y la muerte fueron las  penalidades que se les impusieron por Hugues, Obispo de Auxerre (1183-1206). La ejecución de cerca de ciento ochenta herejes en Montwimer, en mayo de 1239, fue un duro golpe para el catarismo en esos países.

A partir de esta época hay una gran emigración de cátaros al sur del Pirineo. Se instalaron en Andorra, la  Tor de Querol, Berga, Josa, Gósol y Castellbó, así como en Barcelona, Lérida, sur de Tarragona  –Montsant, Prades y la ribera del Ebro– aprovechando las franquicias que se otorgaban a los cristianos que  repueblan los territorios recién conquistados a los árabes. Es en esta época cuando, en 1118 por primera  vez, aparece el apelativo “catalani” para referirse a los habitantes de Barcelona. ¿es una derivación de “catarani”? ¿Viene tal vez a fomentar este asunto el hecho de que en 1167, un representante de los cátaros  de Carcasona era conocido como Bernardo “Catalani”?

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miércoles, 28 de octubre de 2015

LA CONQUISTA BRITÁNICA DE ESPAÑA (XII)



Fotografía de la estatua de Simón Bolívar en la Belgrave Square, Londres. La inscripción reza: “Estoy convencido de que únicamente Inglaterra es capaz de proteger los preciados derechos del mundo, ya que es grande, gloriosa y sabia.” –Bolívar (también podría rezar una de sus mejores expresiones: “Yo no he podido hacer ni bien ni mal: fuerzas irresistibles (tal vez sería mejor decir ocultas) han dirigido la marcha de nuestros sucesos.”



El agradecimiento de Bolívar a los británicos

El agradecimiento de Bolívar a los británicos se manifiesta con mucha frecuencia en concesiones de todo tipo, y públicamente no se recataba en exceso a la hora de manifestar su sometimiento
Así, en el mensaje a los habitantes de Nueva Granada de 30 de Junio de 1819 dice:

“De los más remotos climas, una legión británica ha dejado la patria de la gloria por adquirirse el renombre de salvadores de la América. En vuestro seno, granadinos, tenéis ya este ejército de amigos y bienhechores, y el Dios que protege siempre la humanidad afligida, concederá el triunfo a sus armas redentoras.”

Armas redentoras que masacraron las poblaciones; armas redentoras que sometieron a la Hispanidad entera; armas redentoras que literalmente vaciaron las arcas de los virreinatos y transportaron los tesoros para mayor gloria de Inglaterra; armas redentoras que exterminaron pueblos indígenas; armas redentoras bajo cuyo auspicio se hundió el mercado de toda la Hispanidad en beneficio exclusivo del mercado británico; armas redentoras que, necesitando bases militares no dudaron en quedarse gentilmente con las Islas Malvinas o con la Guayana.
Lamentablemente en este caso no hablamos de historia negra inventada, sino de historia. Mejor tratada y con menos saña queda expuesta la idea por Pedro Muñoz, contemporáneo de los hechos, quién afirma:
“Réstame hablar de los ingleses, que llevados de su ambición e insaciable codicia, han animado, han mantenido y alimentado a los rebeldes vendiéndoles armas y municiones y mostrándoles un semblante de protectores para el caso de no poder conseguir cabalmente sus ideas. Se han llevado cuantos intereses hubo en ambas Américas y han arrastrado cuantas riquezas de plata y oro se habían podido reservar y guardar en mucho tiempo.”
El aporte de material de guerra y de contingentes militares británicos no se limitaría a los señalados. “Posteriormente, llegarían a Venezuela más voluntarios en expediciones comandadas por los coroneles del Ejército Británico: MacDonald, Campbell y Wilson”. “El Ejército del Sur de Sucre, conformado más por tropas inglesas que quichua-hablantes, fue sin duda más vitoreado desde los balcones de Quito que en las comunidades andinas del sur Gran Colombiano.”

Y no es de extrañar, cuando ”En la parroquia anglicana de St. Agnes —en Kensington Park, Londres— se organizó un proceso masivo de reclutamiento el 4 de mayo de 1817, emprendido por Luis López Méndez, agente personal del “libertador” Simón Bolívar, autorizado por el Gobierno británico y auspiciado entusiastamente por el vicario de St. Agnes, el Rev. Henry Francis Todd.
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En diciembre de ese mismo año, cinco contingentes voluntarios se embarcaron para la América del Sur. Pocos meses después desembarcan en la isla de Margarita, el 21 de abril de 1818. El Estado Mayor británico estaba compuesto por los coroneles McDonald, Campbell, Skeene, Wilson, Gilmore y Hippsely, y el mayor Plunket. El continengente anglo-Bolívariano contaba con un total de 127 oficiales, 3840 soldados (entre lanceros, dragones, granaderos, cazadores, rifles, húsares y simples casacas rojas), y el apoyo naval de las cañoneras HMS “Indian”, HMS “Prince”, HMS “Britannia”, HMS “Dawson” y HMS “Emerald”. “Muchos próceres británicos hubo en la América del Sur. Los nombres de Daniel Florence O’Leary, Gregor MacGregor, John Devereux, los hermanos James y John Mackintosh, Richard Trevithick, Thomas C. Wright, Alexander Alexander, George L. Chesterton, William Davy, Thomas I. Ferrier, Thomas Foley, Peter A. Grant, James Hamilton, John Johnstone, Laurence McGuire, Thomas Manby, Richard Murphy, John Needham, Robert Piggot, William Rafter, James Robinson, Athur Sandes, Richard L. Vowell, etc. Asimismo y simultáneamente, los buques británicos “Indian”, “Prince”, “Britannia”, “Dawson” y “Emerald”, servirán a los “patriotas”. Todas sus historias al servicio de los intereses británicos merecen ser contadas.”

Extraños nombres los de los patriotas neogranadinos. Se podrá argüir que esta intervención estaba meditada por la Gran Bretaña… algo de lo que no cabe la menor duda, pero la complicidad de “los libertadores” es manifiesta; así, en Julio de 1818, Bolívar escribía a su agente en Londres: “Con respecto á los buques Príncipe de Gales, Two Friends, Gladuvin, y Morgan Battlen no puedo decir á Usted otra cosa sino que ninguno de ellos ha entrado á este Puerto. De los oficiales que trahian, unos han venido en otros buques á que se han trasbordado en las Antillas, otros se han quedado en ellos ó han tomado los destinos que han querido.”
El 15 de Agosto de 1818, hace una nueva declaración de sus principios: “Extranjeros generosos y aguerridos han venido a ponerse bajo los estandartes de Venezuela. ¿Y podrán los tiranos continuar la lucha, cuando nuestra resistencia ha disminuido su fuerza y ha aumentado la nuestra? La España, que aflige Fernando con su dominio exterminador, toca a su término. Enjambres de nuestros corsarios aniquilan su comercio; sus campos están desiertos, porque la muerte ha segado sus hijos; sus tesoros, agotados por veinte años de guerra; el espíritu nacional, anonadado por los impuestos, las levas, la inquisición y el despotismo. La catástrofe más espantosa corre rápidamente sobre la España.”
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martes, 27 de octubre de 2015

UN REPASO AL GENOCIDIO

GENOCIDIO

“Desde el punto de vista bibliográfico sorprende el desequilibrio que existe entre libros dedicados a tratar de la Inquisición, por ejemplo, y los que narran los males del comunismo. Es un fenómeno curioso que apunta a que la cultura está dirigida y que el supuesto debate sólo existe en programas utópicos que nunca llegan a realizarse.” [1]
Se trata de un juicio emitido, evidentemente, por un  enemigo del comunismo que voluntaria o involuntariamente desconoce los crímenes de los otros hijos del materialismo y de la Ilustración. Aquí no vamos sino a apoyar lo dicho, pero ampliando horizontes e incluyendo al máximo de genocidas, a quienes además entendemos como responsables de la incultura general que al respecto domina las mentes que “saben” sobre la Inquisición y que “saben” sobre el genocidio.

Ese “conocimiento” que tienen las masas también es genocidio. Genocidio cultural que posibilita el genocidio físico.

Genocidios liberales

El liberalismo justifica sus actuaciones de las formas más inverosímiles; sus víctimas son salvajes (los indígenas norteamericanos que en parte estaban cristianizados por España); o son perezosos (los habitantes hispánicos, criollos, mestizos e indios de California o Texas)… o sencillamente son infrahumanos, como proclama el espíritu británico por boca de Darwin. Ello les permite provocar cualquier tipo de genocidio con la tranquilidad que da el saber que se está llevando a efecto por el interés superior de ellos mismos, a un costo inferior: la vida de los demás.

Las muestras las han ido dando constantemente. No nos vamos a remontar al origen filosófico del liberalismo, a los sofistas griegos, sino que nos vamos a centrar en la Ilustración y en las revoluciones francesa y norteamericana, así como en el desarrollo posterior mundial del espíritu liberal.

Nos llama la atención hoy el hecho de que, quienes siempre se han significado por la más absoluta falta de respeto, tanto al género humano como a la misma naturaleza, se nos presenten hoy, sin rubor, como adalides de aquello que ellos siempre han machacado. Ellos no dudaron nunca en acabar con lo que estorbaba sus intereses. Hace más de dos mil años, los sofistas estaban enfrentados a los filósofos, y ahora da la triste coincidencia que cuando alguien realiza estudios de filosofía, se encuentra con que en la misma se trata de los sofistas, lo que no deja de alarmar a los espíritus atentos. No es admisible que los filósofos sean estudiados en el mismo ámbito que los sofistas, y no es admisible que los sofistas sean estudiados en el ámbito de la filosofía. Sin embargo, tal hecho se produce porque a lo largo de los siglos, los sofistas han sido vencidos ideológicamente por los filósofos, mientras que los filósofos han sido vencidos por los sofistas en el terreno de la influencia, lo que ha motivado que, sin dejar de militar en el sofismo, se hayan puesto piel de cordero para engañar, y pasar como filósofos, cuando ellos mismos desprecian a los filósofos.

Exactamente lo mismo han vuelto a hacer, en este caso, no ya en el ámbito de la filosofía, sino en el resto de ámbitos, al presentarnos como grandes cosas aspectos como la “interculturalidad” en el más amplio espectro del concepto.

La verdad es que los mismos que hoy se presentan como apóstoles y adalides de la “interculturalidad”, han sido a lo largo de los siglos los genocidas más eficientes que se han conocido; han exterminado razas enteras allí donde han ido, y para ello no han dudado en exterminar todo signo de vida, no sólo humana, sino por supuesto las vidas que el humanismo respeta pero sabe ubicar por debajo de los intereses humanos: la vida animal y la vida vegetal… y ahora nos vienen imponiendo  la “interculturalidad” a los pueblos que no sabemos qué cosa sea eso de la “interculturalidad”, porque lo que hemos hecho siempre no ha sido otra cosa que el mestizaje, y nos vienen imponiendo un trato a los animales superior en calidad al dado a los humanos; y eso, a quienes siempre hemos respetado la naturaleza, aún cazando y defendiendo la caza aunque no seamos cazadores. Unos humanos a quienes sólo se respeta (es un decir) si logran esquivar ser asesinados en el vientre de su madre y consiguen llegar a nacer. Vamos, que tiene más derechos un huevo de águila real, aunque esté huero, que un niño en el vientre de su madre.

Se olvida que, mientras España conquistaba América y proclamaba que allí todo era distinto menos el hombre, Inglaterra, por boca de sus más preclaras mentes, afirmaba que “En algún periodo del futuro, no muy distante, como en cuestión de siglos, es casi seguro que las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán a las razas salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos, tal como el profesor Schaaffhausen ha señalado, serán sin duda exterminados. La ruptura entre el hombre y sus aliados más cercanos entonces será más amplia, porque intervendrá en el hombre en un estado más civilizado, como podemos esperar, incluso que el de los caucásicos, y algunos monos tan inferiores como el mandril, en lugar de como ahora [pasa] entre el negro o el australiano y el gorila.”[2]

Pero ese pensamiento, que por supuesto era impuesto en las mentes de los colonizadores británicos que fueron invadiendo el mundo tuvo un desarrollo de siglos. No nos vamos a remitir a los sofistas del siglo IV antes de Cristo, ni vamos a centrarnos en la evolución de la Edad Media en Inglaterra, aunque eso lo tratemos en el capítulo de la Reforma Protestante. Vamos a centrarnos en la evolución del liberalismo desde su aplicación en la política de la Revolución Francesa, al objeto de centrarnos en lo que ahora nos preocupa: el genocidio auspiciado por el liberalismo.


[1]España: Persecución religiosa, siglo XX. http://www.corazones.org/historia/espana_martirio_organizado.htm
[2] Charles Darwin (1871), Cap. VI, "En el lugar de nacimiento y la antigüedad del hombre"
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domingo, 25 de octubre de 2015

La crisis del siglo XVII (1)

LA SITUACIÓN DE LA CORTE

Ningún momento de la Historia es un camino de rosas. Ni en la época gloriosa de los Reyes Católicos podemos hablar de ese camino, ni en la época de los Austrias mayores tampoco. No obstante, cuando entramos a hablar de los Felipes posteriores a Felipe II, anodinos, ese camino  se complica considerablemente; no tanto por el hecho en sí de las circunstancias, que siempre existen, sino por la forma de afrontarlas.


En el reinado de Felipe III, es de destacar el auge de los validos; personas que demostraron una gran habilidad para enriquecerse a costa del erario público, creando una corte de paniaguados que no se conformaban con un sueldo, sino con una cascada de beneficios. “Lerma favoreció sin pudor alguno a sus parientes, promoviendo a su cuñado, el conde de Lemos, para la presidencia del Consejo de Indias, el virreinato de Nápoles y la vicepresidencia del Consejo de Italia, y a su hermano Juan, marqués de Villamizar, al cargo de virrey de Valencia.”[1]

Si nos limitásemos a esos casos, difícilmente podríamos hablar de corrupción. Debemos convenir que todos, cualquier persona, mirará siempre de apoyar a los que le resultan más cercanos. Ese hecho no puede ser cuestionable si los más cercanos están también tan formados como otros, y como esos otros, tienen unas cualidades similares y son de una honradez pareja a esos otros. En ese caso, parece que es recriminable el no hacer preceder a los más cercanos frente a los más lejanos, pero lamentablemente, a lo que parece, no es el caso, sino justamente el inverso, donde el medro personal primaba sobre cualquier otra cuestión. Y justamente eso es lo que la historia recrimina a estos validos.

“Ya en la época de los Reyes Católicos y posteriormente desarrollado con más complejidad por sus sucesores, Carlos I y Felipe II, el gobierno de la monarquía española se regía por los “Consejos”, organismos de tipo administrativo para el gobierno de los diferentes asuntos de la monarquía que fueron creados para asesorar al monarca en los diferentes ámbitos concernientes a su gobierno, ya fuera sobre asuntos territoriales o sobre aspectos concretos. Eran por tanto órganos consultivos, con funciones legislativas, judiciales o administrativas, según los casos.”[2]

Los distintos Consejos estaban compuestos por las personas más preparadas para el buen gobierno del Imperio, y para ello, eran elegidos los personajes más destacados en cada una de las funciones, fuesen militares, administrativas o legislativas. Esos consejos deliberaban y transmitían al rey para su sanción, a través de sus secretarios, las diversas cuestiones. Y el rey era quién decidía la actuación.

“Los Consejos específicos de los distintos territorios que conformaban la monarquía eran el Consejo de Castilla, Consejo de Indias, Consejo de Aragón, Consejo de Italia, Consejo de Flandes y Consejo de Portugal. Otro tipo de Consejos específicos de las diferentes áreas de gobierno eran el Consejo de Estado, Consejo de Guerra, Consejo de Hacienda, Consejo de Inquisición, Consejo de Cruzada, Consejo de Cámara y Consejo de Órdenes Militares.” [3]

Efectivamente, podía llegar el momento en que el rey fuese informado erróneamente. Entonces él era quién hacía profundizar en aquellos aspectos que no le parecían claros. No obstante, y como demostró Antonio Pérez, el secretario personal de Felipe II, podía darse el caso de llegar a engañar miserablemente al rey y hacerle ejecutar acciones inicuas… Pero ahí estaba el propio rey para reparar los errores, aunque como en el caso de Antonio Pérez, el mal ocasionado resultase demasiado costoso.

Otro ejemplo de pésima actuación lo encontramos en el conflicto de los comuneros de Castilla, donde un rey bisoño, gracias a las malas artes de sus consejeros llegó a ocasionar una dramática guerra, con tintes muy similares a la de los Segadores de Cataluña. Pero ese mismo rey fue capaz de, en un momento determinado, dar un giro radical a su política, y poner las cosas en su sitio. Algo que no sabría hacer Felipe IV, ni por supuesto su valido el Conde Duque de Olivares.


[1]Lynch, John.  Historia de España. Edad Moderna. Pag. 28
[2]Olaran Múgica, Mª Inés. El Consejo de Portugal en el archivo general de Simancas
[3]Olaran Múgica, Mª Inés. El Consejo de Portugal en el archivo general de Simancas
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jueves, 22 de octubre de 2015

LOS CAMPAMENTOS DEL FRENTE DE JUVENTUDES (1)


En el marco del Estado y del Movimiento
Las circunstancias particularmente difíciles por las que transcurría la vida nacional durante el nacimiento de la Organización Juvenil (prolegómeno del F. de J.), en plena Guerra Civil, marcó su propia realidad.


Era lógico que las fuerzas nacionales quisieran mantener en su Organización Juvenil los mismos criterios de unidad que ya se habían aplicado en lo político y en lo militar.

Por ello, el Decreto 333 de 4-8-1937, abría las puertas a la Delegación Nacional de Organizaciones Juveniles, donde automáticamente pasaron a formar parte todas las organizaciones preexistentes.1

Esta puerta, que encontraba su marco en los Estatutos de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista, se transformó en ley propia el 6 de Diciembre de 1940, en cuyo artículo primero se establece que el Frente de Juventudes se organiza como una sección de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.2 3  4

El Estado delegaba en el Frente de Juventudes la educación política, física y deportiva; la formación del hogar para las niñas, la organización de campamentos, colonias, albergues, cursos…5

Movimientos juveniles españoles

La técnica de acampada comenzó a practicarse en España hacia 1893, con la creación del Centro Excursionista de Cataluña13, que el 23 de Junio de 1905, adquirida su primera tienda de campaña, la instaló en el Pla dels Estanyols (Canigó), con seis acampados14.

En la Renclusa se celebra el primer centenario de la ascensión al Aneto. Se celebra el primer campamento de alta montaña de la Federación Española de Montañismo en los Picos de Europa, y el segundo en Collado Jermoso15

Comenzada la Guerra por unos llamada Civil y por otros de Liberación, la Organización Juvenil de Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista, aglutinó a la juventud, evitando con ello, quizá, llamamientos a filas similares a los de la quinta del biberón, realizados en la llamada zona roja, así como el exilio de niños llevado a cabo por las autoridades de la República. (Se calcula en unos 12.000 los evacuados por medio de Socorro Rojo Internacional; 10.000 más a través de la Federación Nacional de Pioneros, y unos 8.000 por intermedio del Comité Auxiliar de Niños)17

En 1939 se inicia la reorganización de los Exploradores de España por parte de una Comisaría Nacional Provisional.

Movimientos Juveniles Extranjeros

La Sociedad Industrial rompe con toda una serie de esquemas sociales que hasta el momento habían informado la convivencia humana. Dichos esquemas son suplidos por el asociacionismo o por las bandas en el campo juvenil.

Ante este fenómeno, la Iglesia reacciona a mediados del siglo XIX y crea sus propios organismos. Así, en 1855  nace en Inglaterra la Asociación Cristiana de Jóvenes Hombres mientras en Italia el Oratorio Festivo y en Francia, impulsada por Albert de Munt, Acción Católica, habían nacido en 188022.

En 1896, impulsado por Hoffman Folkesamb, se crean las wandervogël alemanas, a los que sigue, en 1877, y en Inglaterra, los Boy Scouts, impulsados por el general Roberto Baden Powell.

Estas asociaciones realizaron sus primeros campamentos en 1907.23

Relaciones del Frente de Juventudes con otros movimientos juveniles europeos

Si bien política y organizativamente el Frente de Juventudes se consideraba un movimiento netamente español, no debemos olvidar sus relaciones dentro del ámbito internacional, y especialmente, por su cercanía, el europeo.

Como primer dato destacable, señalar el viaje que realizaron 400 flechas y 200 flechas azules, huérfanos de la revolución y de la guerra, en el mes de Julio de 1937 a Italia, así como el iniciado en Sevilla, rumbo a Alemania, por parte de una centuria de flechas, el 27 de Agosto de 1938.25

A pesar de todo, esta etapa campamental ya había perdido la profundidad de que hacía gala en los primeros tiempos, ya fuese con muchachos españoles, marroquíes, saharauis o guineanos.

Influencia de los Movimientos Juveniles Europeos en la ideología pedagógica del Frente de Juventudes

Dice Aldo Agazzi32 que el escultismo fue una llamada a los sentimientos de honor, de caballerosidad, camaradería, orgullo, deseo de actuar con responsabilidad, de vivir al aire libre, típicos del muchacho que entra en la pubertad y atraviesa la adolescencia. No es propiamente un método escolar, es mucho más: es un sistema de vida, unido con una especial técnica y didáctica formativa, que se resume en la espontánea aceptación de una ley, en una obligación solemne confirmada con una promesa continuamente renovada. Es decir, se trata de un método educativo del que la misma escuela puede sacar fecundas enseñanzas, que forma a unos hombres, mediante el conocimiento verdadero del niño.

Como veremos en el desarrollo de las diversas etapas del presente trabajo, el Frente de Juventudes perseguía ideales similares a los apuntados y, quizás, corregidos y aumentados.

Es conveniente tener presente que quienes impulsaron y desarrollaron el Frente de Juventudes eran antiguos miembros del escultismo español que, en el Frente de Juventudes, impulsaron sus principios pedagógicos.

Por otra parte, los movimientos juveniles tienen entre sí características muy comunes, siendo el fin perseguido objeto específico de la ideología que impulsa a cada uno de ellos, y no es ningún secreto que el Frente de Juventudes era un movimiento Nacional-Sindicalista.


El protagonismo de los jóvenes, no como seres incapacitados que deben recibir todo de los demás, sino como personas que deben formarse para la consecución de un mundo mejor. Protagonismo en la realización de los objetivos; protagonismo en brindar ayuda; protagonismo en ser mejores que los demás, no en el sentido crematístico de la palabra, sino en el sentido espiritual de la misma.

Principios radicalmente opuestos a los imperantes en la sociedad actual. Principios que fueron erradicados por una sociedad de consumo, siempre tan despreciada y combatida en el seno del Frente de Juventudes.


25 Sancho Dávila. De la O.J. al Frente de Juventudes pp. 106 y 107
32 Aldo Agazzi. Historia de la Filosofía y la Pedagogía. Tomo III pp 454-455


1 Boletín del Movimiento de Falange Española Tradicionalista y de las JONS nº 2 de 15 de agosto de 1937
2 Revista Mandos nº 9 de Septiembre de 1942 Pag 133 y sig.
3  4 En el artículo segundo de la citada ley se incluye al S.E.U. como agrupación de los escolares de Centros de Enseñanza Superior.
La agrupación por edades difería también en cuanto a sexos, correspondiendo a los varones cuatro grados:
·         Siete a once años
·         Once a quince
·         Quince a dieciocho
·         Dieciocho a la edad de ingresar en filas
Existiendo para las mujeres un encuadramiento más corto, que abarcaba de los siete a los dieciséis años.
5 Artículo IX de la Ley de 6-12-1940
13 Butlletí del Centre Excursionista de Catalunya. Octubre 1936
14 Boletín de la Sección de Montaña y C.A.D.E. (C.E.C.) Barcelona 1948-1949
El 23 de Junio de 1907 se instalan las dos tiendas que poseía el CEC, en el Puigmal.
En 1919, la Secció d’Esports de Muntanya organiza las primeras excursiones colectivas de 15 días, a base de campamentos sucesivos en diferentes valles y lagos del Pallars.
En 1925, en Vignemal, 5 socios del CEC construyen el primer iglú pirenaico
En 1928, la Secció d’Esports de Muntanya inicia la organización anual de unos grandes campamentos fijos de alta montaña, en diversas tandas de 8 a 10 días. El de éste año se instala en San Mauricio, eligiéndose nuevos lugares para los años sucesivos.
15 Anales del CEC 1939-1945 pp. 247-248
17 José Antonio Elola Olaso. El robo inicuo de un trozo de alma española. Mandos nº 75 Marzo 1948 pp. 130 a 132
22 Pascual Pascual Recuero. Cuatro Emblemas…
23 Aldo Agazzi. Historia de la Pedagogía. Tomo III pag. 454
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miércoles, 21 de octubre de 2015

La cuestión judía en la España Visigoda (III)

Personalmente siento gran admiración por un personaje que vivió los peores momentos del desencuentro con el “pueblo” judío; “Ni ser romano, ni recibir una educación clásica, ni haber nacido en España ni, mucho menos, ser cristiano implicaron en Prudencio un volcarse hacia posturas anti-judías. Todo lo contrario. Como muchos otros hispanos, en él vibró la admiración y la gratitud por el legado pasado de Israel, latió la preocupación por su actual dispersión y por el proceso —aparentemente inevitable— de la asimilación de sus hijos con todo lo que ello implicaba de renuncia a su peculiaridad cultural y espiritual y sonó también la condena de cualquier actitud de violencia hacia los judíos por el hecho de serlo. Esa no era sino una conducta que sólo podía merecer, a ojos del creyente, una repulsa moral sancionada por el Creador.”



El devenir de la historia enfrentó en España a los godos con los hispano-romanos; siglos de lucha llevaron a entroncarse como un solo pueblo, como siglos de historia hicieron entroncarse a las diversas razas que vinieron a España. Mientras tanto, una clase social, tan mezclada racialmente como las otras, se mantenía ahí, ajena, sin comprometerse en empresas que implicasen riesgo, alejados de la agricultura, de la ganadería, ocupándose de tareas que permitiesen abandonar el lugar si venían mal dadas.

Esa situación debía abocar, inexorablemente, a una toma de medidas por parte de la sociedad; medidas que quedaron plasmadas en los Concilios de Toledo… Como hoy mismo, en el siglo XXI, habrá que hacer en algún momento con la actuación de la banca y de las grandes corporaciones en relación con sus “clientes”, o siervos.

Unas leyes como las reflejadas en los Concilios no surgen porque sí. La cuestión es que estamos tocando un momento histórico particularmente oscurantista en el que sólo capítulos como los concilios de Toledo dan algo de luz.

Debemos notar que la Edad Media, que en tantísimas cosas se parece al tiempo que ahora mismo estamos viviendo, adolecía de lo que hoy mismo se adolece: cultura, transparencia, claridad en las exposiciones…, y en el tratamiento de la libertad, el parecido tampoco es precisamente pequeño.

Como muestra de la situación que tiene la Edad Media con relación a otras épocas donde brillan otros conceptos, podemos observar el hecho que ahora nos ocupa: La rebelión de Paulo, y compararlo con el hecho que le precede en este estudio que estoy realizando sobre los movimientos centrífugos: Sertorio.

Resulta que Sertorio fue protagonista de unos hechos acaecidos siete siglos antes que Paulo, y hoy resulta mucho más fácil estudiar a Sertorio que a Paulo. Hay muchos más datos registrados; investigaciones realizadas por historiadores, en los momentos cercanos a los hechos protagonizados por Sertorio, ochenta años antes de Cristo, que en los relacionados con Paulo, 673 años después de Cristo.

En ese oscurantismo, estamos faltos de datos para saber qué fue lo que provocó las medidas antijudías plasmadas en los Concilios de Toledo. Podemos entrever… podemos suponer… pero no podemos afirmar. Por eso, es muy arriesgado también afirmar que  “el rey Sisebuto ha pasado a la historia como uno de los exponentes de la intransigencia católica con su intento de que toda la población de su reino fuera de esa confesión.”
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martes, 20 de octubre de 2015

Érase una vez...

           https://roxanaescribe.files.wordpress.com/2012/04/aldea-primitiva-de-valdivia.jpg

LAS TRES ALDEAS

En un tiempo muy, muy lejano, existían tres aldeas que se disputaban los animales del bosque; cada una de ellas veía en las otras dos, a unos temibles rivales con los que no se podía convivir, sino tan sólo pelear.

Los animales del bosque eran considerados propiedad privada por cada una de las aldeas, y estimaban que su caza por parte de los otras dos era un robo de su propiedad que sólo podía ser respondido con la guerra.

Tan era así, que no pasaba año sin que unos y otros llegasen a las manos. Afortunadamente los daños materiales no eran muy grandes, pero los espirituales ahondaban cada día más sus diferencias y sus odios.

Ciertamente, muchachas de una aldea y muchachos de otra, aunque de manera muy ocasional, entablaban relaciones que acababan felizmente… pero sólo a medias, pues en cada ocasión significaba que uno de ellos rompía relaciones con su aldea de origen.

Transcurrieron los años, y llegaron los romanos, quienes los conquistaron, los civilizaron y los emparentaron abiertamente, al tiempo que aportaban su propia sangre.

Se llegó a una situación en la que la caza dio paso a la agricultura y a la ganadería. Las tres aldeas, conservando su idiosincrasia, evolucionaron, crecieron, se culturizaron y se hicieron más amables.

Los buenos tiempos traídos por los romanos propiciaron un importante desarrollo de las actividades humanas… y de las actividades económicas.

Aldea la Alta se especializó en la manufactura de todo tipo; alfarería, carpintería, etc., y exportaba a sus otras dos aldeas hermanas los adelantos obtenidos con su trabajo.

Aldea la Media se especializó en el cultivo de la tierra, y su bien hacer proporcionaba cereales y frutas para el mantenimiento de las tres aldeas.

Aldea la Baja se especializó en la milicia, y con su bien hacer se garantizaba la seguridad de las tres aldeas ante las injustas aspiraciones de los ultramontanos.

Además, en las tres aldeas se desarrolló la ganadería porcina de un modo más que interesante; de forma y manera que se autoabastecían y producían tanto para el ejército como para exportarlo fuera de sus límites.

Con el tiempo, los criadores de cerdos se convirtieron en la clase poderosa de las tres aldeas. Tenían intereses comunes, se entendían a la perfección, y todas las actividades las desarrollaban en una dirección que les producía beneficio propio; beneficio que en ocasiones repercutía en los demás, pero esto era algo secundario; sobre todos los beneficios, los que motivaban la existencia de los criadores de cerdos era su propio y exclusivo beneficio.

Así, Aldea la Alta producía los jamones de mayor calidad, que eran estimados por quien los probaba.

Aldea la Media producía unos exquisitos chorizos que comercializaba tiernos, en aceite y en otras variantes que le proporcionaban una innegable prosperidad.

Aldea la Baja se especializó en la crianza del cochinillo, que llegó a hacerse famoso en los confines del Imperio.

De todos los productos pedían suministro en la mismísima Roma.

Todo iba sobre ruedas hasta que, en un aciago día, cayó el Imperio.

Entonces, los criadores de cerdos, en vez de colaborar con sus compatriotas, pactaron con el enemigo.

Durante largo tiempo sometieron a las tres aldeas, y como los invasores estimaban que el cerdo era un animal inmundo, se prohibió la crianza del mismo, lo que conllevó una gran necesidad y miseria a todos.

Entonces, los criadores de cerdos, que continuaban manteniendo el poder, persiguieron a quienes antes eran sus “amigos”. Renunciaron a toda la cultura de su pueblo, y persiguieron a quienes no hicieron lo mismo.

Las aldeas, en su miseria, comenzaron a luchar contra el invasor y contra quienes habían renunciado a su ser, y acabaron expulsando, un bendito día, a los invasores.

Todo iba sobre ruedas. Aldea la Alta continuó con sus estupendas manufacturas, que volvían a ser apreciadas por todos los confines. Aldea la Media volvía a producir cereales suficientes para mantener a toda la población, y los soldados de Aldea la Baja podían garantizar la seguridad de los demás.

Los criadores de cerdos habían vuelto a ser poderosos, y también se beneficiaban de la situación

El mejor momento de las Tres Aldeas había llegado. Sin perder su identidad se sabían miembros de una comunidad superior, capaz de extender por el Mundo la Justicia y la Libertad que ellos mismos tenían.

Los soldados de Aldea la Baja no defendían a Aldea la Baja, sino al ente superior del que se sabían miembros. No renunciaban a su Aldea, pero sabían que algo superior era lo único por lo que merecía la pena luchar y morir.

Los labradores de Aldea la Media se sentían orgullosos de poder servir con sus productos a una Empresa de mucha mayor envergadura que los estrechos límites de su Aldea, a la que tanto querían con un cariño irracional, pero lógico, pero se sentían felices al saberse parte de una colectividad mejor, que les enriquecía en todos los sentidos, y principalmente en el espiritual.

Los artesanos de Aldea la Alta, como no podía ser menos, se sentían pletóricos al saber que sus soldados, los naturales de Aldea la Baja, iban por el mundo vestidos y armados con las prendas producidas en Aldea la Alta. Y todo, porque sabían que su función era una función superior, con una meta superior… Expandir por el Mundo entero la Verdad, la Justicia y la Libertad.

Así, los soldados, que ya no eran de Aldea la Baja, sino de una comunidad superior, conquistaron nuevas tierras; sometieron nuevas gentes, como antes lo hicieran los romanos: civilizando, liberando, culturizando, cristianizando…

A esas nuevas tierras acudieron, como a propia tierra, los habitantes de Aldea la Alta y Aldea la Media. Todos como hermanos. Y todos, hermanándose con las nuevas gentes que iban a civilizar… Y civilizaron.

Así, los nuevos pueblos conquistados supieron de las ventajas aportadas en el terreno de la agricultura, de la ganadería, de la industria…, y los antiguos aldeanos, ya en un estadio superior, a cambio de ese estadio que también transmitieron a los nuevos pueblos, tomaron aspectos de la cultura, de la industria y de la agricultura de los nuevos pueblos.

¿Dónde estaba el espíritu de Aldea la Alta, Aldea la Media y Aldea la Baja? Diluído en un gran Imperio, Justo, Libre y Cristiano.

Y así pasaron siglos, y desarrollaron la poesía, y la navegación, y la botánica, y la literatura, y el derecho…

Pero como el Demonio, y los criadores de cerdos, todo lo revuelven, llegó el día en que la grandeza conquistada se convirtió en nada. La fuerza desapareció; el valor se esfumó; el empuje se deshizo; la valentía se convirtió en pusilanimidad… Y los criadores de cerdos en amos de todo lo existente.

Cuando se llegó a ese extremo, quienes ante se habían convertido en hombres libres y libertadores, nuevamente se convirtieron en aldeanos.

Los de Aldea la Alta volvieron a encerrarse en sus límites, a seguir fabricando sus manufacturas que dejaron de ser elementos unitivos y se convirtieron en elementos de fanfarronería cuyo mejor destino era el de ser rotos… aunque realmente eran muy bonitos.

Los de Aldea la Media siguieron con el cultivo de sus campos, pero su producción bajó tan radicalmente como los otros productos en las otras aldeas, y los precios se elevaron espectacularmente, con la sola intención de fastidiar a las otras dos aldeas.

Y Aldea la Baja, también encerrada en su propia miseria, para no desmerecer a las otras dos aldeas, vendía a sus hombres como cuerpos de seguridad que no creían en nada ni en nadie, y que sólo se aseguraban a sí mismos… y a los criadores de cerdos.

Porque los criadores de cerdos seguían ahí, omnipresentes, con sus granjas repartidas en las tres aldeas, dando, ciertamente algo de beneficio real a los aldeanos, pero sobre todo, sacando tajada en todas las circunstancias.

Y lo que resultó más curioso, es que popularizaron, para uso de las personas, las situaciones de los cerdos: Nada de moral. Limpieza sí; hasta las granjas estaban limpias. Pero, ¿qué se hacía con los purines?… Sencillamente destilarlos y darlos a beber a la propia gente, y todo porque su asimilación eliminaba del alma de sus consumidores la capacidad de querer ser libres.

La situación parecía eterna; los criadores de cerdos se sentían orgullosos de su labor; tenían controladas a las tres aldeas, cada una encastillada en su propio aldeanismo, y con ello se garantizaban el propio poder.

Tanto, que impusieron como beneficioso que la gente no tuviese hijos, y los evitase de cualquier manera: no teniéndolos, o llegado el caso, asesinándolos en el vientre de su madre.

Y consiguieron el objetivo.

Pero de pronto, los propios criadores de cerdos observaron que, llegando a los términos que llegaron esas medidas, se quedaban sin gente que explotar.

Cierto que las aldeas eran, cada día, más aldeanas, pero se aceleraba su disminución física. La mano de obra amenazaba con desaparecer.

Al propio tiempo, dentro de los mismos aldeanos volvió a surgir la gran pregunta: ¿qué nos está pasando?

Y comenzaron a reunirse de una y otra aldea, a espalda de los criadores de cerdos, para intentar averiguar qué les estaba pasando.

Y llegaron a acuerdos, y convinieron que los criadores de cerdos eran los enemigos públicos que había que combatir, y se pusieron manos a la obra en la ardua tarea de regenerarse y de volver a ser lo que tiempo atrás, cuando los criadores de cerdos estaban sometidos, y todos juntos, como auténticos hermanos, habían conseguido ser.

Y a esa función se dedicaron, consiguiendo, no sin trabajo duro, someter a los criadores de cerdos y recluirlos en el sitio que deben estar.

Y volvieron a estar unidos, y volvieron a ser grandes y libres, sin renunciar a sus peculiaridades, pero entregados, como antes, a una tarea común superior.

Cesáreo Jarabo
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