viernes, 29 de enero de 2016

Tal día como hoy, 29 de enero

  • El 29 de enero de 1570 se realizó la implantación del Tribunal de la Inquisición en América, en Lima, dependiente de del Secretario de Aragón, por el Inquisidor Servan de Cerezuela, y el 4 de noviembre de 1571, en México, por Pedro Moya de Contreras, que sería el tercer arzobispo mexicano. Ante la dificultad de atender el enorme distrito que abarcaban, una real cédula del 8 de mayo de 1610 erige un tercer tribunal con sede en Cartagena de Indias, que cubriría las Antillas, Venezuela y Colombia; éste inicia sus tareas el 30 de noviembre del mismo año con Juan de Mañozca y Pedro Mateo de Salcedo como inquisidores.
  •  El 29 de Enero de 1712 abrió sus puertas el Tratado de Utrecht. Asistieron representantes de Holanda, Prusia, Rusia, Saboya, Venecia, Toscana, Parma, Módena, Suiza, Roma, Lorena, Hannover, Neuburg, Luneburg, Hesse-Cassel, Darmstadt, Polonia, Baviera, Munster…, siendo los representantes españoles Isidro Casado de Acevedo, marqués de Monteleón y Jean de Brouchoven, conde de Bergueick, que se presentaron en la conferencia sin haber sido invitados, y con tan sólo la promesa por parte de Luis XIV de que “así que se abran las conferencias haré yo las instancias necesarias para que sean admitidos á ellas.
  • El 29 de Enero de 1821, un golpe de estado llevado a cabo por militares liberales deponía como virrey de Lima a D. Joaquín de Pezuela, colocando en su lugar al Teniente General D. José de Laserna, que “tuvo la habilidad de disgustar á los americanos leales” , y quien optando por una nueva estrategia se retiró al Cusco, ciudad a la que designó capital del virreinato.


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La cuestión judía en la España visigoda (II)

“La diferencia primaria entre judíos y cristianos estriba en el reconocimiento de Cristo como el Mesías y su carácter divino como hijo de Dios y concebido por una virgen, y además en que los judíos siguen los preceptos de la Torá sin los cambios introducidos por los Evangelios.” [1]

“No constituían una raza definida, con una situación jurídicamente inferior a la de los godos y los hispanorromanos. Conviene insistir en ello. Hablar de una raza judía sería como referirse a una raza cristiana. ¿Qué podría quedar de su sangre semítica en gentes dispersas desde siglos, que no excluían, incumpliendo las leyes, el matrimonio mixto y dedicadas además al proselitismo?... De la raza no es posible salir, y los judíos podían hacerlo de su condición judía con un acto de voluntad y un rito; es decir, con sólo hacerse cristianos.”[2]

“Desde muchos puntos de vista, los judíos eran vistos y admitidos como hombres de la misma manera que los demás hombres. No eran objeto de ninguna verdadera discriminación social o económica.” [3]

Sin embargo, hay algo que no se oculta a nadie: En el reino visigodo… y hasta el siglo XVI, se sufrió un gran problema en España; un problema que, al estudiar la rebelión del Dux Paulo brilla con luz propia: el problema judío. ¿Y qué es el problema judío? Creo que como tal se puede entender la voluntad de un grupo de personas por no comprometerse con una sociedad de la que por naturaleza forma parte. El orgullo de sentirse diferentes a los demás, que les lleva a tener el estatuto de extranjero aún siendo naturales del lugar; que prefieren pagar un impuesto especial por el hecho de ser residentes extranjeros antes que sentirse igual que los vecinos con quienes conviven y de los que no les diferencia nada, ni la sangre, ni la raza, porque la raza se halla diluida después de generaciones de cruce racial. Sólo les diferencia del resto de la sociedad su voluntad de ser diferentes, de mantenerse al margen, de influir sobre la vida social sin que ello les reporte obligaciones a ellos… porque ellos tienen sus particularidades.

El problema judío, así, no existe; existe el problema creado por un grupo de personas privilegiadas y en busca de privilegios, que exige la existencia de dos varas de medir: una para ellos y otra para los demás. Es la imposición de una oligarquía sobre la generalidad de la población.

“En la época visigoda la presencia de los judíos en la vida peninsular adquiere un relieve inusitado. Sus riquezas y sus ocupaciones les atraen el odio del pueblo. Por otro lado, a partir de la conversión de Recaredo al Catolicismo la Monarquía visigoda emprende un camino de unificación religiosa que necesariamente había de tropezar con la resistencia de los judíos. El punto culminante de esta política es el edicto de Sisebuto (612-613) que pone a los judíos ante e1 dilema de abrazar el Cristianismo o emigrar.”[4]

Lugar común es afirmar que las riquezas y ocupaciones atraen el odio del pueblo. Afirmación que personalmente no llego a asumir, porque romanos ricos existieron… y como existieron romanos ricos, también existieron ricos de otras razas. ¿Que la concentración de esa cualidad con la de recaudadores de impuestos y con la de usureros diese lugar a recelos y enemistades? Ahí sí lo entiendo, pero… ¿qué similitudes podemos encontrar entre los “judíos” de la edad media y los banqueros de hoy?

En todas estas cuestiones, en la Edad Media y en la Edad Moderna, se identificaba al judío como responsable. Al judío, no como raza, sino como banquero.


[1]Garzón Serfaty, Moisés. Apuntes para una historia de la judeofobia.
[2]García Iglesias, Luis. Motivaciones de la política antijudía del reino visigodo en el siglo VII.
[3]Garzón Serfaty, Moisés. Apuntes parauna historia de la judeofobia.
[4]Colomer, Eusebio. Ramón Lull y el judaísmo. http://ibdigital.uib.cat/greenstone/collect/studiaLulliana/index/assoc/Studia_L/ulliana_/Vol010_f.dir/Studia_Lulliana_Vol010_f1_p005.pdf
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jueves, 28 de enero de 2016

Tal día como hoy 28 de enero


1641.- Los Tres Estados del Reino de Portugal se reunieron en Lisboa el 28 de enero de 1641, y determinaron que los hechos del 1 de diciembre de 1640 no eran sino una restitución de la monarquía portuguesa a su verdadero titular, que había sido desposeído de sus derechos al trono por Felipe II “porque não guradava ao Reyno seus foros e liberdades, antes se lhe quebrarão per actos multiplicados.” En ese momento se coronaba como Juan IV a quién hasta el momento era VIII duque de Braganza. Con el conflicto de Portugal recién inaugurado, “En enero de 1641 la Diputación y sus restantes seguidores pusieron a Cataluña bajo la autoridad del rey de Francia y, en su nombre, un ejército conjunto franco-catalán infligió una importante derrota a las tropas reales, rechazándolas en Montjuich el 26 de enero de 1641.

1705.- El 28 de enero de 1705, cumplimentando las reformas iniciadas por la valida, princesa de los Ursinos, el ministro Orry hizo un intento desesperado y fallido de incrementar los impuestos, cuya falta fue suplida por una ayuda de dos millones de libras de Francia, con la que pudo pagarse al ejército y evitar su dislocación, ya que la falta de pagas hacía que ni oficiales ni soldados atendiesen su función.

1831 se pronuncia el general José María de Torrijos y Uriarte.
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miércoles, 27 de enero de 2016

Guerra de secesión de Portugal (2)


La integración de los dos reinos se venía realizando con normalidad, si bien manteniendo las leyes portuguesas que Felipe II había jurado, las injerencias en los asuntos del reino y de su Imperio quedaban al control y a las costumbres aplicadas por Portugal. “A comienzos del siglo XVI se había repoblado con portugueses el recién reconquista reino de Granada. Pero fue durante la unión de ambos reinos (1580-1640) cuando la emigración portuguesa hacia la parte española de la Península Ibérica adquirió un volumen ciertamente notable…/… En la villa y corte la presencia lusitana estuvo desde antiguo articulada alrededor de la poderosa Hermandad de San Antonio de los Portugueses.”[1]


En cumplimiento de los derechos del reino, las cortes de Portugal, reunidas en Tomar el año 1581, Felipe II garantizó la supremacía de las leyes de Portugal para éste reino y su imperio, respetando incluso la legislación sobre trata de esclavos. El Consejo de Portugal se encargaría de los asuntos propios del reino. Todo, respetando la carta de privilegios concedida en el año 1498 por D. Manuel I de Portugal, “el afortunado”, abuelo materno de Felipe II.

“La finalidad de la institución (del Consejo de Portugal) consistía en garantizar que sólo ministros portugueses podrían presentar consultas sobre temas y súbditos portugueses en una Corte madrileña y vallisoletana repleta de ministros que no eran naturales del Reino. El Consejo pone los tribunales de la Corona en presencia de su rey.”[2]

“Se reafirmó entonces que, cuando el rey necesitase ausentarse, debería ser acompañado por portugueses que conformarían el Consejo de Portugal, colaborando éstos en la administración del reino por medio de informes. La creación de este órgano colegial se integraba en la estructura político-administrativa compuesta de la Monarquía hispánica, que tenía sus orígenes en los reyes católicos; sin embargo, el pequeño reino dejaba de tener una política exterior autónoma y los enemigos de España pasaban a ser también los de Portugal.”[3]

Este hecho comportó ventajas e inconvenientes a Portugal, porque el enfrentamiento que tenía la corona hispánica comportaba que Portugal debía anular los negocios que estaba manteniendo con los enemigos en liza. Así, el comercio tenido con los Países Bajos se resintió muy sensiblemente. Por otra parte, los noreuropeos atacaron los establecimientos de extremo oriente.

Pero por el contrario, la defensa que la monarquía hispánica hizo de las posesiones de Portugal así como las facilidades que tenían los portugueses de comerciar en la totalidad del imperio, incluso saltándose los pormenores del acuerdo de Tomar, junto con el trasiego de personas que se produjo entre los dos reinos, especialmente las que desde Portugal se trasladaron a vivir a las Alpujarras, significaron un entendimiento laxo de los acuerdos de Tomar, en beneficio, no ya del reino hermano, sino la unión nacional a la que se aspiraba.

Don Antonio Prior de Crato, un candidato al trono que había llegado a ser proclamado rey en Santarem en 1580 y que había capitaneado la oposición armada a los Felipes, dentro y fuera de Portugal durante décadas había firmado con Inglaterra unas cláusulas de ayuda que transformaban a Portugal en un protectorado virtual de Inglaterra. Con la escuadra inglesa y con Antonio Pérez, el secretario traidor que fue perseguido por Felipe II, participó en la organización de la Armada Invencible Inglesa que, al mando del pirata Drake, en 1589 atacó Santander, la Coruña y Lisboa, siendo derrotada y perseguida.



[1]  Marqués de la Floresta, Los portugueses en la España moderna.
[2] Schaub, Jean-Frédéric. La Restauraçâo portuguesa de 1640.
[3] da Silva Guevara,   Gisela. Pérdidas de independencia e ideología:el caso de Portugal (1580-1640)
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lunes, 25 de enero de 2016

La conquista británica de españa (XVII)




San Martín masón aventurero Sepa más: La guerra del pacífico fue organizada en Londres El 13 de marzo de 1812 desembarcaba en Buenos Aires, llevado por…
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San Martín, el masón aventurero

El 13 de marzo de 1812 desembarcaba en Buenos Aires, llevado por ingleses y rodeado de ingleses.
Eduardo Giorlandini, señala que “con San Martín llegaron a Buenos Aires otros militares a ofrecer sus servicios: Francisco Vera, José Zapiola, Francisco Chilavert, Carlos Alvear, Antonio Arellano, Barón de Holmberg… eran diez y ocho en total.”

Una vez desembarcado en Buenos Aires, era mirado con recelo por los separatistas, que veían en él a un militar fiel a la Patria, pero pronto los hermanos masones le abrieron las puertas y le acompañaron en sus acciones. Maurico Javier Campos dice que “San Martín y Alvear fundan en Buenos Aires la Logia Lautaro para influir en los medios públicos, políticos y militares y concretar su objetivo: Lautaro aludía explícitamente al indio araucano que se opuso a la dominación extranjera y simbólicamente a la expedición a Chile. Según Emilio Gouchón, que fuera Gran Maestre y Gran Comendador en la Masonería Argentina, adoptaron signos, fórmulas, grados (hasta cinco) y juramentos de tipo masónico. Lautaro empezó como un triángulo creado por Alvear, San Martín y Zapiola y los hermanos, que así se llamaban entre ellos, utilizaban en su correspondencia el símbolo de la cadena de unión, abreviaturas y la firma acompañada por los tres puntos.”
¿Cuándo se unió San Martín a la masonería? Alcibíades Lappas sostiene que fue iniciado hacia 1808 en la Logia Integridad de Cádiz y que posteriormente se afilió a la Logia Caballeros Racionales Nº 3. Una vez en Londres, a la cual llegó después de pedir la baja del ejército español, participó de la fundación de la Logia Caballeros Racionales Nº 7. ”
Réplica del mandil que utilizó José de San Martín en la Logia Lautaro. Esta pieza se encuentra en el Museo de la Gran Logia del Perú, Lima.
El general Zapiola abona esta militancia cuando señala: “En Londres asistí a la sociedad establecida en la casa de los diputados de Venezuela, allí fui ascendido al quinto grado como lo fue el general San Martín.”
Su trayectoria, no obstante, y según el maestre Ángel Jorge Clavero, sería más larga en la masonería…“inspiró la Logia del Ejército de los Andes de la que fue su Venerable Maestro (Presidente), la Logia Paz y Perfecta Unión (Lima), integró la Logia Perfecta Amistad (Bélgica) y la Logia de Ivry (Francia).”
En 1813, lideró el regimiento Granaderos a Caballo que derrotó a los realistas en la batalla de San Lorenzo.
Mauricio Javier Campos, miembro del Centro Argentino de Estudios Masónicos señala que “en 1814 San Martín funda la Logia Lautaro de Córdoba y luego la Logia Lautaro de Mendoza. También funda la Logia del Ejército de los Andes y, en 1822, la Logia Paz y Perfecta Unión Nº 1 de Lima.”
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jueves, 21 de enero de 2016

La caída del Imperio Romano (2)


LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO. SÍ, HAY QUE TENER MEMORIA (2)

Los pueblos bárbaros estaban llegando a España. Fue el año 409 cuando los vándalos irrumpieron en un territorio que ya un año antes había sido tomado por el usurpador Constantino III, que se había enfrentado a las fuerzas imperiales y había implantado en España una gran inseguridad, enfrentándose a las fuerzas el emperador Honorio. Fue Constantino quién facilitó la invasión de los Suevos, como fuerzas aliadas que, tras acabar con las fuerzas de Honorio acabaron también con las de Constantino III y ejercieron un dominio feroz.


Por su parte, tras el saco de Roma, los godos pretendían continuar su conquista del Imperio por el norte de África, pero su inexperiencia marinera les forzó a continuar por tierra sus conquistas. Comandados por Ataulfo continuaron hasta conquistar España. El reino visigodo, así, duró tres siglos.

Pero los visigodos (godos del Oeste), como los ostrogodos (godos del este), ya venían relativamente cristianizados; eran arrianos. El arrianismo, desviación propagada por Arrio que negaba la Santísima Trinidad, fue condenado en el primer concilio de Nicea, celebrado el año 325, y mantendría una lucha más intensa que menos, con el catolicismo. De especial importancia es este concilio en la Iglesia; en el mismo se proclamó el “Credo” que hoy mismo rezamos. Los visigodos permanecieron en el arrianismo hasta la celebración del tercer Concilio de Toledo, celebrado el año 589.
Si es cierto que los godos invadieron el Imperio Romano, no es menos cierto que a su vez se vieron conquistados por una cultura, la romana, que era muy superior a la por ellos aportada. Respetaron las instituciones hasta el extremo que el mismo Braulio, obispo de Zaragoza, autor del siglo VI, en la vida de San Millán de la Cogolla, hace mención de senadores y curiales de España en aquel tiempo.[1]
En este tiempo se empezaron a propagar las epidemias que caracterizaron al Bajo Imperio. Estas, de forma esporádica y brutal, elevaban las tasas de mortalidad de una población que, en épocas normales, ya las tenía muy altas (hasta del orden del 20-30 por mil, y aun más); así se conseguían eliminar los excesos de habitantes, que una natalidad sin control situaba por encima del nivel de los medios de supervivencia existentes. La población de España hacia el siglo V sería igual o ligeramente inferior a la que se había alcanzado en el siglo III… y  en el siglo V, la distinción entre población rural y urbana había perdido casi todo su contenido.[2]
Los visigodos llegaron a la Península, en un número aproximado de 200.000, aunque autores del siglo XX rebajan su número hasta los 30.000[3], procedentes de su zona de asentamiento, Galia, donde más o menos cumplían con las necesidades del Imperio, y lo hicieron con la única misión de expulsar a los intrusos vándalos que devastaban el Imperio. Realizada esta tarea, y cuando volvían a la Galia, se vieron encerrados por los francos, que les habían "cerrado el paso", por lo que el Imperio les permitió el nuevo asentamiento. Para los siete millones de hispano romanos, la situación variaba poco, ya que los derechos anteriormente detentados por las tropas romanas lo eran ahora por los visigodos. Sólo había una diferencia; los nuevos amos eran arrianos. Físicamente ocuparían Septimania, la parte sur occidental de la Galia Narbonense, si bien tendrían diversa presencia militar en la península ibérica.
Esto sucedía el año 413 (451 de la era Hispánica) con Ataulfo (Atta, padre; Hulfe, socorro), que en el saqueo de Roma, de donde parte el tesoro de los visigodos[4], y que en principio es la base de la corona, había secuestrado a Gala Placidia, hermana del emperador Honorio, con quién casó. Parece que Gala Placidia influyó decididamente en Ataulfo, quién combatió y venció a los vándalos y restableció el orden romano en sus dominios, pero su postura pro-romana, que le llevó a mantener todo el aparato del estado romano, ocasionó su asesinato y el de sus tres hijos, el año 415, por parte de Sigerico, con sentimientos anti-romanos, Pero Sigerico duró 7 días como rey, ya que fue asesinado. Había tomado forma el modo visigodo de cambiar de rey. Por su parte, Gala Placidia casaría con Constancio, general de  Honorio, de quién engendraría a Valentiniano III y sería emperatriz regente durante su minoridad


[1] Historia General de España desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII. Modesto Lafuente-Juan Valera
[2] El colapso económico del mundo romano. Gabriel García Voltá  http://germanicus.com.ar/Visigodos/cuarta_parte.htm
[3] La España Visigoda. Roger Collins
[4] http://redul.wikispaces.com/Visigodos+%28tema%29
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martes, 19 de enero de 2016

España bajo el Islam (6)

La verdad es que hay bastantes semejanzas entre este hecho y el destino que siglos adelante encontraría Hernán Cortés. No obstante, no tiene parangón el trato poco digno que recibió Hernán Cortés con el trato humillante que recibió Muza.

Era Sulayman un taimado que, tras haber cobrado la sanción de Muza, se planteó asesinar al hijo de éste, Abdelaziz, que Muza había dejado como gobernador de España, y que había casado con Egilona, viuda del rey Rodrigo, que llevaba una actitud alejada de la voluntad del califa.

Encargado Abdelaziz del gobierno de España, y habiendo fijado su asiento en Sevilla, dedicóse á regularizar la administración de las ciudades sometidas; nombró perceptores ó recaudadores de los impuestos, que por regla general consistían en el quinto de las rentas, si bien le rebajó hasta el diezmo á algunas poblaciones y distritos; creó un consejo ó diván, con el cual compartía la dirección de los negocios de España; estableció magistrados con el nombre de alcaides; dejó á los españoles sus jueces, sus obispos, sus sacerdotes, sus templos y sus ritos, de tal manera que los vencidos no eran tanto esclavos como tributarios de los vencedores. Indulgencia admirable, ni usada en las anteriores conquistas, ni esperada de tales conquistadores. Los que así quedaban y vivían denomináronse Moatarabea ó Mozárabes, nombre ya de antes usado en otros países por el pueblo vencedor.  

Abdelaziz ben Muza buscaba apoyo en los españoles; incluso estaba tratando con Pelayo, que a la sazón se encontraba en Sevilla en estas fechas, tal vez, para firmar un tratado similar al de Teodomiro. También se cuenta que, por inspiración de Egilona, aspiraba a la reconstrucción del reino hispánico, abrazando el cristianismo y constituyendo una nueva monarquía hispánica. Es el caso que el pueblo mozárabe, con Abdelaziz gozaba de un respeto y libertad que luego no tuvo.

Pero todo quedó en nada, porque Abdelaziz murió asesinado en Septiembre del año 717 por mandato del califa Suleiman, que acabó conociendo la deriva de aquel y las expectativas que le presentaban como nuevo rey de España, y de Egilona no se sabe más. La cabeza alcanforada la enviaron al califa de Damasco, conducida por uno de sus asesinos y “buen amigo” de Abdelaziz.

Es el caso que nuevamente se frustró la esperanza de España, y es el caso que España fue conquistada mayormente mediante pactos y no por fuerza, lo que dejó a los conquistadores sin la posibilidad de adueñarse de todas ellas, y a los españoles en posesión de las mismas. Pactos que, si en ocasiones eran motivados por una resistencia efectiva, pero no lo suficientemente fuerte, no debemos desdeñar el hecho de que los conocidos como “Hijos de Witiza”, la facción contraria a Don Rodrigo, contaba con una doble peculiaridad: la enemistad política y su adscripción religiosa al arrianismo, lo cual les hacía proclives a la asunción de los principios religiosos de los invasores.

Pactos que garantizaban el respeto de los templos y el pago de unos impuestos que, en principio, eran inferiores a los que debían pagar a la monarquía visigótica. Pactos que si tenían ese trato benevolente era, sin duda, por la primera intención musulmana de no permanecer en España. Estas medidas, indudablemente, facilitaron la permanencia de la mayoría de los españoles en sus lugares de residencia; sobre todo la opulenta y corrupta nobleza visigoda. Los impuestos, en breve, pasarían a ser del 20% de los productos (el jarach), a los que se añadía otro de carácter variable (la chizia),  que comportaba, además del pago, una humillación: El “dimmi”, o cotizante, puesto en pie, presentaba su dinero al recaudador, que permanecía sentado; Tras coger el tributo, cogía por el cuello al “dimmi” y le decía: “Od dimmi, enemigo de Alá, paga la chizia”. Los demás musulmanes presentes debían zarandear al dimmi.
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lunes, 18 de enero de 2016

Los Cátaros (3)

El desarrollo de la monarquía francesa y del reino de Aragón


La Francia meridional se encontraba dividida, en estos momentos, en diversas entidades políticas cuya vinculación vasallática resulta fluctuante: Por ejemplo, en 1135, Guillermo IV de Montpellier juraba fidelidad, nada menos, que a Alfonso VII de Castilla, mientras que Beziérs, Narbona y Carcasonne eran feudatarios de Pedro II de Aragón (1196-1213) durante el período que estamos analizando.



En 1137 Ramón Berenguer IV es nombrado Príncipe de Aragón por su boda con Petronila, hija del rey de Aragón Ramiro II. Ese mismo año accede al trono de Francia Luís VII (1137-1180).

1148 Ramón V, conde de Tolosa.

1149 Reconquista de Lérida y Fraga por el conde Ramón Berenguer IV.

En 1150, Arnau de Brescia levanta la ciudad Roma contra el papado.

1159-1181, Pontificado de Alejandro III.

1162 Alfonso el Casto II de Aragón, hijo de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, y Petronila, reina de Aragón, accede al trono.

En 1180 asciende al trono Felipe Augusto, rey de Francia (1180-1223). El rey Felipe Augusto, tampoco veía con buenos ojos, el resurgimiento cátaro, por las ansias de libertad e independencia del Languedoc, frente al centralismo de su reinado.

En 1196 Pedro II el Católico de Aragón (1196-1213) accede al trono. Los titulares del condado de Barcelona irán aglutinando diversos territorios al norte de los Pirineos, de modo que, por ejemplo, hacia 1070, Ramón Berenguer II adquiere los derechos hereditarios del condado de Carcasonne-Rases, por vía materna - Almodis de la Marche -, mientras que Ramón Berenguer III, recibirá Besalú en herencia en 1111 y al año siguiente, al casarse con Dulce de Provenza, obtendrá este condado y las tierras de Millau, Gavaldan y Carlat.

Esta política occitánica, será recogida por los reyes aragoneses cuando, a raíz del matrimonio entre Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV de Barcelona, se constituya la Corona de Aragón y ambas entidades queden vinculadas.

La posición de Pedro II era complicada; por una parte había subordinado su reinado al Papa; en 1212 acabaría ganándose el calificativo de “el católico” y siendo un héroe de las Navas de Tolosa… y por otra estaba emparentado con los nobles de Languedoc sobre los que ejercía su señorío. Por otra parte, las legaciones papales fracasaban estrepitosamente en sus campañas por reconducir la situación.

El rey de Aragón no quiere volverse contra sus vasallos. En 1206 la legación está pensando en abandonar y volver a casa. De vuelta de Roma, Diego, obispo de Osma, y Domingo de Guzmán, viceprior del anterior, se encuentran con los enviados papales en Montpelier. En su entrevista informan a los recién llegados de las dificultades que encuentran para llevar a buen término su misión. Diego y Domingo proponen una
posible solución: Consagrarse exclusivamente a la predicación con una condición inexcusable, la pobreza… Domingo se instala en Fanjeaux, donde convierte a las integrantes de una casa de "Perfectas" creando con ellas el primer convento de Dominicas.

Pero ni las actuaciones de Pedro II, ni las actuaciones tanto de los legados papales como de San Bernardo de Claraval (primer denunciante de la herejía), ni los buenos modos de Domingo de Guzmán y sus mendicantes consiguieron apagar el fuego de los pacíficos “bons homens” ni de los no tan pacíficos “crecientes”.

Sería en 1205-1206 cuando Raimundo VI, frente a las amenazadoras operaciones militares emprendidas contra él por Inocencio III, prometió bajo juramento desterrar de sus dominios a los disidentes. El monje Fulco de Marsella, anteriormente un trovador, se convirtió ahora en arzobispo de Toulouse (1205-31). Dos españoles, Diego, obispo de Osma y su compañero, Domingo de Guzmán (Santo Domingo), volviendo de Roma, visitaron a los legados papales en Montpellier.

En 1208 Nace en Montpellier, Jaime I de Aragón; (1208-1276). El mismo año se produce la excomunión de Raimundo VI, conde de Tolosa (1194-1222) y es asesinado de Pedro de Castelnau, delegado papal.

1238 Jaime I toma Valencia y lleva una política contraria a los cátaros.

1271. Muere Jaime I.

1285 Felipe IV el Hermoso, rey de Francia y de Navarra (1285-1314) (fin de los templarios)
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domingo, 17 de enero de 2016

Siguiendo con la Guerra de Sucesión


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Las políticas de ambos pretendientes, Borbón y austracista, no diferían en gran medida. Al respecto, señala Virginia León Sanz que “la dinámica institucional y la confluencia de los planteamientos doctrinales conducen a una aproximación de los presupuestos de los españoles austracistas y borbónicos. Más allá del encasillamiento en la defensa sin esperanza de un sueño ya caído, y sin pretender caer en la simplificación historiográfica de individuar una línea recta de causalidad en la explicación del fenómeno austracista, la apertura a las propuestas de reforma y modernización no se puede sustraer de la actuación de este grupo de españoles que participaron en el conflicto sucesorio.”[1]


La oposición a Felipe V no se circunscribió a Cataluña, sino que tuvo importantes representantes en la Corona de Castilla; así, el Almirante de Castilla, Juan Tomás Enríquez de Cabrera, tendría una significación esencial en el bando austracista, y con él, el duque de Sesa, el conde de Lemos, el conde de Cifuentes… y un largo etcétera que se extendía a la baja nobleza, al clero y a otros ámbitos sociales; entre ellos destaca Gaspar de Viedma, veinticuatro de Jaén, que en 1706  instigó una conjura que fue abortada.

Al mismo tiempo, y según señala Antonio Ramón Peña, la “defensa y reivindicación de España austracista como la España de las libertades se sostuvo incluso después de Almansa y era contrapuesto a la imagen de Francia como esclavizadora de España. Tenemos muchos panfletos en esta línea, como A la injusta introducción del duch de Anjou en Espanya o Doctrina vigatana. En esta última se hace un llamamiento a la libertad de toda la patria para obrar todos por el bien común de España.”[2]

Parece así que, políticamente, los bandos en disputa se diferenciaban en matices. En ese mar de banalidades se desarrollaban las intrigas. Así, las críticas y resquemores se repartían por igual entre los miembros de la corte. En estos momentos, señala Antonio Ramón Peña que las críticas a Portocarrero le llovían en todas direcciones; desde el seno de los felipistas por el trato que brindaba a los austracistas, y que animaban a la sumisión a Francia, pero también desde el seno de los austracistas. Las críticas y el descontento se manifestaban de muchas formas; entre ellas afirmando que: “nuestro gobierno es un gobierno extraño: un rey mudo, un Cardenal sordo, un presidente de Castilla que no tiene ningún poder y un embajador francés que carece de voluntad. Entonces, ¿quién gobernaba?: Luis XIV.”[3]El fin político de Portocarrero no tardó en llegar; Con la llegada de la campaña de Italia, Felipe V acabó prescindiendo de sus servicios, sustituido por los embajadores franceses, y él acabaría engrosando las filas del austracismo.

La situación política estaba empeorando por la actuación de la nueva corte; no obstante, y  según nos refiere Manuel Mas Soldevila, cronista contemporáneo, “cuando el 20 de diciembre de 1702 Felipe V regresó de Italia y entró en Barcelona fue recibido mejor que cuando llegó a la ciudad para celebrar cortes. Las autoridades, los Comunes, los grupos privilegiados y el pueblo llano salieron a recibirle, y nadie expresó contestación y todo fueron aclamaciones.”[4]

Paralelamente al apoyo recibido por parte del pueblo, Antonio Ramón Peña Izquierdo señala que en esta fechas “fue alimentando la hostilidad de las potencias –Inglaterra, Holanda, Austria- hacia Felipe V. Como respuesta mayores esfuerzos se hicieron desde la publicística catalana –y española- por invalidar los supuestos en los que las potencias pretendían dar fundamento a la guerra en 1702: principalmente la acusación de ilegitimidad del rey a la que muy pronto se añadiría el cuestionamiento del Testamento. La defensa de Felipe V fue contundente no solo entre la generalidad de los escritores catalanes sino también en los del resto de España.”[5]Parece que, por un momento, el pueblo español había puesto los intereses de la Patria por delante de los intereses políticos bastardos, y había optado por aceptar un rey, por nefasto que fuese, en la confianza de poder reconducir aquellos aspectos inaceptables.

Al respecto, Ricardo García Cárcel señala que “no faltaron testimonios de relativismo dinástico. Como decía un folleto de la época: Costó mucho en quererla (la dinastía de los Austrias). Después todos la veneraron. Luego ha entrado la de Borbón ¿pues por qué ha de ser más desgraciada que las otras?”.[6]


[1]León Sanz, Virginia. El reinado del archiduque Carlos en España: la continuidad de un programa dinástico de gobierno. Pag. 59
[2]Peña Izquierdo, Antonio Ramón. La crisis sucesoria de la monarquía española. Pag. 316
[3]Peña Izquierdo, Antonio Ramón. La crisis sucesoria de la monarquía española. Pag. 301
[4]Peña Izquierdo, Antonio Ramón. La crisis sucesoria de la monarquía española. Pag. 261
[5]Peña Izquierdo, Antonio Ramón. La crisis sucesoria de la monarquía española. Pag. 254
[6]García Cárcel, Ricardo. Dos Españas. 1705, España partida en dos. Pag. 42
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jueves, 14 de enero de 2016

La conquista británica de España (XVI)


José de San Martín fue un agente al servicio de Inglaterra Cuando los ingleses, al mando de Wellesley entraron en la Península a combatir a Napoleón, San…
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José de San Martín fue un agente al servicio de Inglaterra

Cuando los ingleses, al mando de Wellesley entraron en la Península a combatir a Napoleón, San Martín formaba parte de un batallón que actuaría codo a codo con ellos y, en ocasiones, bajo mando británico. Trabó relación; hizo contacto con británicos que habían participado en planes para atacar Suramérica, entre ellos con oficiales que habían participado en los intentos de controlar Buenos Aires. Duff, Whittingham, Pitt, Craufurd, Baird, Popham, Stuart,  Beresford…
Tras haber combatido en la Guerra de Independencia, pidió la baja del ejército español en 1811, con la excusa que debía acudir a Lima para atender asuntos de familia, cuando la verdad es que había nacido en 1778 en el Virreinato de la Plata, hijo de militar que había sido desplazado allí en 1765 y que regresaría a la península en 1784 con  toda su familia y en América no le quedaba ningún lazo familiar.
El lunes 26 de agosto de 1811, fue retirado del ejército y sin medios conocidos de vida, regresó a América, pero lo hizo vía Londres, donde estuvo cuatro meses. ¿Quién corrió con esos gastos cuando no poseía hacienda y siempre vivió apremiado económicamente?  Juan Bautista Sejean nos lo aclara: “Por intermedio del noble escocés, lord Mac Duff, y por interposición de sir Charles Stuart, agente diplomático en España, pudo obtener un pasaporte para pasar subrepticiamente a Londres, recibiendo de sus amigos cartas de recomendación y letras de cambio a su favor.”
La verdad es que finalmente fue a Líma, haciendo verdad la excusa aducida para pedir la baja del ejército español, pero en cumplimiento del plan británico para la anexión del Imperio español. “Las evidencias históricas apuntan a Gran Bretaña como promotora del viaje de San Martín al Río de la Plata…/…su envío, o la facilitación de su traslado para que intervenga en la lucha armada contra España, significó un doble ego por parte de los ingleses. Ello es así porque mientras con ese y otros manejos afectaban los intereses de los hispanos en ultramar, en Europa luchaban junto a ellos contra Francia.”
Inglaterra contaban con los medios oportunos “ajenos” a sus compromisos internacionales…“La Compañía de las Indias Orientales (East India Company), …/… tenía su propio ejército y estaba preparada para cumplir un papel protagónico en cualquier intento británico de realizar operaciones militares en Hispanoamérica.”   Y el citado Maitland había redactado un“Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego ‘emancipar’ Perú y México”  , que en realidad era para “emancipar” Perú y Quito, según queda reflejado en el cuerpo del mismo. Ése era el último objetivo del Plan Maitland, y ése sería también el último objetivo que procuraría alcanzar San Martín.
Según Rodolfo Terragno, “a juicio de Maitland, la clave del poder español en América era la costa occidental. Como ya se vio, él sostenía que, una vez tomados los asentamientos del Río de la Plata, bastaría asegurarse el control de Perú para despojar a España, sin dificultad, de todas sus otras colonias americanas.”  Para conseguir esos objetivos precisaban de un general, y ese no era otro que José de San Martín.
El hombre que ayudó a San Martín a salir de España para ir a Londres, James Duff “había sido admitido a la masonería en la Logia St Andrew N° 52, en Banff, el 28 de enero de 1802…/… el 30 de noviembre de 1814, lo eligirían Gran Maestre Encargado de la Gran Logia de Escocia, Edimburgo, cuyo Gran Maestre era nada menos que el Príncipe Regente”.
En Londres, gracias a la influencia del hermano de aquel, Alexander Duff, que había mandado el regimiento británico que ocupó Buenos Aires en 1806, recalaría en casa de Francisco de Miranda. Miranda no vivía ya en Londres, pero mantenía la casa para otros menesteres. Para esos menesteres acudió San Martín, que ya era un hombre de confianza; al respecto, el gran maestre de la masonería, Ángel Jorge Clavero, señala que “se había iniciado masón en la Logia Integridad de Cádiz, trabajó en la Logia Caballeros Racionales Nº 3 donde alcanzó el grado de Maestro Masón el 8 de mayo de 1808, participó de la fundación de la Logia Caballeros Racionales Nº 7 de Londres y de la Logia Lautaro.”
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miércoles, 13 de enero de 2016

La revuelta comunera (II)




                

LA REVUELTA COMUNERA (II)

 
¿Qué había sucedido para que notemos esa diferencia? “A principios del Siglo XVI encontramos en Castilla un inestable equilibrio  político-social entre los tres grandes poderes: realeza, nobleza y burguesía municipal, con un trasfondo del problema campesino. En apariencia existe paz, aunque los grupos nobiliarios han ido incrementando su poder a costa del país, sus tierras y sus campesinos, a quienes explotan.”[1]Los nobles, tras el acoso sufrido por parte de los Reyes Católicos, estaban nuevamente ganando terreno.


“La situación que llevó en 1520 a la Guerra de las Comunidades, se había ido gestando en los años previos a su estallido. El siglo XV, en su segunda mitad, había supuesto una etapa de profundos cambios políticos, sociales y económicos. El equilibrio alcanzado con el reinado de los Reyes Católicos se rompe al llegar el siglo XVI. Éste comenzó con una serie de malas cosechas y epidemias, que junto a la presión tributaria y fiscal provocó el descontento entre la población, colocándose la situación al borde de la revuelta. La zona que más sufre en este contexto es la zona central, en contrapeso con la periférica, que apaciguaba sus males con los beneficios del comercio.”[2]

La inestabilidad social no la trajo Carlos I. Era una cuestión que venía larvada y que se estaba desarrollando al amparo de la crisis. Y la revuelta que recibió al nuevo rey, si bien nutrida de grandes y justas reclamaciones, estaba guiada por quienes no tenían sanas intenciones, sino que venían con ganas de revancha. Quienes iniciaron la revuelta no fueron los intereses populares, y tampoco los intereses bastardos del “lumpen”, de la escoria social que acabaría deglutiendo el movimiento comunero. Los intereses que se estaban dirimiendo eran lo que hoy identificaríamos con los intereses de las grandes corporaciones internacionales y de la banca, representados en aquel momento en lo conocido como alta nobleza.

La sublevación comunera, aparentemente, se inició con fines puros y limpios. Nadie pone en duda la mala fe de los funcionarios flamencos que actuaban  en nombre del muy joven e inexperto Carlos, y nadie pone en duda la buena fe en el profundo malestar del pueblo que veía cómo literalmente era robado, pero a poco de iniciada la revuelta, “Ni los que defendieron al rey en 1520, ni los que combatian su poder sublevando las Comunidades de Castilla obraban movidos de fines rectos. Los nobles de Toledo, Salamanca y Segovia, creian poderse valer de los menestrales armados para derrocar á sus rivales y volver a las ollas de Egipto, de que les había despojado la astuta política de D. Fernando el Católico, continuada con mas acierto y energia por el Regente Cisneros.”[3]

Y nadie dudó, tras la victoria sobre la mugre en que degeneró el movimiento, que, a pesar de lo bien posicionada que quedaba la alta nobleza (recordemos que hoy serían los grandes especuladores), la victoria de Carlos fue una liberación. Sin embargo llegó el romanticismo, y con él la revisión  histórica del Movimiento Comunero de principios del siglo XIX, que “supuso una verdadera rehabilitación de los comuneros, los cuales pasan a ser considerados mártires de la libertad, luchadores contra el despotismo, patriotas que se enfrentan a una dinastía extranjera y auténticos precursores de los liberales. Se trata de una interpretación liberal y romántica de las Comunidades motivada por el momento histórico que atraviesa España entre 1797 y 1821 con la invasión napoleónica y el absolutismo como telón de fondo, inspirada por el historiador escocés William Robertson y que se reflejaría en la oda a Juan Padilla compuesta por Quintana.[4]


[1] Cruz de Galindo, Luz María. Los comuneros: un apunte histórico.
[2] Anónimo. GUERRA DE LAS COMUNIDADES DE CASTILLA
[3] De la Fuente, Vicente. Historia de las Sociedades Secretas Antiguas y Modernas. Pag. 69
[4]Villanueva de Santos, Miguel Angel. Análisis de los libros de fábrica de la catedral de Segovia
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jueves, 7 de enero de 2016

La conquista británica de España (XV)

 

 Pedro Molina Mazariegos un ideólogo sin ideología propia


Uno de los ideólogos liberales que desarrolló su actividad en Centroamérica, Pedro Molina, fue designado miembro del Supremo Poder ejecutivo en 1823, donde fue presidente al comienzo y, en 1824, operaba como embajador en Colombia y en el Congreso de Panamá que convocara Simón Bolívar. Imbuido de la doctrinas roussonianas, escribió



“Yo quiero, yo soy dueño de mí dice el salvaje en sus bosques y el ciudadano en medio de la patria; mientras que el servil entre las hordas de imbéciles grita: el príncipe quiere por mí, el príncipe es dueño de la vida y de la libertad.” Y sentencia: “Ciudadano es el individuo de una nación que tiene voto en las deliberaciones públicas, o en el nombramiento de sus representantes…/… “Sociedad —dice— es la reunión de muchos hombres que han contratado servirse mutuamente, no ofenderse y defender al que sea ofendido en su persona o propiedades.”

Calcando a Rousseau afirma: “El hombre nace libre, independiente, arbitro absoluto para el ejercicio de su voluntad y para hacer todo lo que pueda según la capacidad de sus fuerzas y la de su razón o instinto; pero la primera necesidad que reconoce es la de atender a su conservación: en breve le rodean obstáculos, peligros y calamidades que le hacen advertir la triste condición de vivir aislado”.

Sigue afirmando, de acuerdo con la Ilustración francesa que “En el estado natural la libertad del hombre consiste en el ejercicio absoluto de su albedrío, y la que goza en el estado social, se halla reducida al uso de sus acciones bajo el imperio de la voluntad general que es la ley.” Parece manifiesto, conforme señala Leslie Bethel que “todo lo referente a los nuevos gobiernos llevaba el sello de la influencia del racionalismo ilustrado, y la mayoría de los gobiernos se construyeron sobre los modelos republicanos de los Estados Unidos y de la Revolución francesa.

Casi todos los líderes revolucionarios, con la excepción de los del Río de la Plata, se apresuraron a escribir constituciones, expresando así la creencia de que el Estado debía estar sujeto a una constitución escrita. Implícita o explícitamente estas constituciones se basaron en la idea del contrato social.” Con estas premisas, el porvenir de la Hispanidad, de toda la Hispanidad, incluida por supuesto España, estaba determinado por intereses ajenos que sometieron a los hombres de la Hispanidad a la servidumbre. “Resultaría bastante anacrónico suponer que algún líder de la independencia de América Latina [sic] luchó por imponer un sistema igualitario en el campo; al prometer a la tropa que se les daría algo de tierra no se pensaba en darles mucho y, además, de hecho no se les dio.”
Pero el pago que recibió el “éxito de los libertadores” quedaría expresado de forma manifiesta por John Adams, segundo presidente de los EE UU: “Las gentes de Sudamérica son las más ignorantes, las más intolerantes, las más supersticiosas de todos los católicos romanos de la Cristiandad […] Ningún católico en la Tierra mostró devoción tan abyecta para con sus sacerdotes, superstición tan ciega como ellos […] ¿Era acaso probable, era acaso posible que […] un gobierno libre […] fuese introducido y establecido entre tales gentes, sobre tan vasto continente, o en cualquier parte de él? Me parecía […] tan absurdo como […] [lo] sería establecer democracias entre las aves, las bestias y los peces.”
Pero Bolívar no pudo ver culminada su carrera. Al haberse declarado católico por motivos políticos, “no se le pudo nombrar Oficial del Ejército Británico; así lo declaró una vez William Pitt, y el mismo Miranda lo recuerda en carta del 8 de septiembre de 1791.”
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martes, 5 de enero de 2016

Algunos apuntes sobre la Inquisición (1)

                                         

A este respecto invito al curioso a que estudie la herejía albigense y la cruzada que contra ellos se llevó a cabo en el siglo XIII, sobre la que con el títulos “Los Cátaros”, y como también en este caso, he realizado un pequeño estudio para mi particular formación.


“Inquirir es lo mismo que averiguar; pero contrayendo más el concepto a nuestra materia, inquirir es el acto judicial que tiene por objeto el averiguar si alguna persona ha cometido un delito.”[1]

Con ese principio, estrictamente cultural, quiero significar que la inquisición puede ser efectuada por cualquiera, y siempre será inquisición; de hecho, todo sistema policial efectúa inquisición. Hecha esta salvedad, el presente estudio no es más que un repaso a las distintas inquisiciones habidas en el mundo, y de cuyo victimario he dado ya un pequeño apunte.

Por supuesto, haremos mención a la Inquisición papal, y a la Inquisición española, por la que haremos una profunda incursión en su filosofía y en sus métodos, procurando en primer lugar mantenerme impermeable a la literatura preexistente al objeto de poder alcanzar algo de verdad, y comparando luego esa misma literatura con lo tratado a través de normativas inquisitoriales y legislación del momento, no sólo de España, sino de toda Europa, así como de la actividad desarrollada en un mundo de conquistas por parte de España, y de colonias por parte de Europa, y por supuesto teniendo en cuenta la posición ideológica, militar y geoestratégica de cada una de las potencias en liza.

“Es necesario recordar que durante siglos existió toda una literatura anti-inquisitorial que respondía a diferentes estrategias de hostigamiento, y que esas estrategias tenían una finalidad claramente política: la erosión de la monarquía de los Habsburgo o de los Borbones.Todo aquel bagaje propagandístico se resume y condensa en la famosa Leyenda Negra que atravesó por distintas fases, desde los primeros estadios con Antonio Pérez (el secretario de Felipe II), hasta el norteamericano Henry Ch. Lea (el polemista que se enfrentó a Menéndez Pelayo), pasando por otros intermedios, como el célebre Llorente, entre otros. Pero a pesar de los pesares, la investigación callada y paciente de los especialistas ha ido separando el argumento demostrable de la soflama, el dato contrastado de la tergiversación interesada, hasta alumbrar hoy día una visión mucho más cabal y realista de lo que pasó hace quinientos años. No hace falta insistir en que no se trata a estas alturas de montar la apología de lo que otros censuraron en los tiempos pretéritos, ni de justificar actitudes difícilmente  justificables, sino de hacer un esfuerzo de entender los porqués.”[2]

“Inocencio III dicta en 1199 el documento con razón llamado «carta fundacional de la
Inquisición episcopal», la bula Vergentis in senium. En él se da el paso esencial. La herejía se tipifica como traición, como crimen laesae majestatis, un crimen de lesa majestad tanto divina como real, cuya represión, consiguientemente, obliga por igual a clérigos y a laicos.”[3]

En 1209, el papa Inocencio III recalcaba el deber del poder civil para perseguir la herejía, tras lo cual se organizó un ejército cruzado que no actuaría en Tierra Santa, sino en los propios dominios cristianos. Los cruzados tomaron Beziers, masacrando a toda la población, sin distinguir albigenses de no heréticos, y comenzaba la persecución y quema de cátaros a través de la Inquisición, creada expresamente en Verona el año 1184 precisamente con el objetivo de erradicar la herejía cátara o albigense. Por otra parte, en 1199, y basándose En una constitución de 22 de febrero de 407, recogida en el Código Teodosiano, (donde) consta la asimilación procesal del delito de herejía con el de lesa majestad”[4], la bula Vergentis in Senium equiparaba el delito de herejía al de lesa majestad, al entender que Dios es la majestad suprema. El emperador del Sacro Imperio, Federico II, desarrollaría la ley.

Si, la Inquisición fue creada en el siglo XIII  por el Papa Inocencio III para combatir la herejía de los albigenses. Su núcleo de actuación inicial fue el Languedoc, habiéndose extendido, en un principio, al reino de Aragón, donde habían emigrado importantes contingentes de cátaros.

“Su apogeo tuvo lugar durante la segunda mitad del s. XIII, pero la herejía seguía extendiéndose como mancha de aceite por Europa y, ya en el s. XV, se podían encontrar tribunales inquisitoriales en Bohemia, Polonia, Portugal, Bosnia y Alemania... Sólo los Reinos latinos de Oriente, Gran Bretaña, Castilla y Escandinavia carecían de Tribunales Inquisitoriales.”[5]

“El procedimiento inquisitorial se transforma a partir 1231 en una nueva institución que se crea en Francia para reprimir el catarismo o herejía albigense, siendo controlada inicialmente por el papa Gregorio IX, mediante la Constitución Excomunicamus et anathematizamus. Un antiguo cátaro, el dominico Roberto de Brougre está considerado como el primer inquisidor. El apogeo de esta Inquisición, que se puede denominar "medieval", tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo XIII, aunque las últimas ejecuciones se llevaron a cabo en torno a 1321.”[6]

“A lo largo del siglo XIV existen tribunales inquisitoriales también en Polonia, Alemania, Bosnia, Bohemia y Portugal. Del mismo modo, poco a poco se multiplica la burocracia inquisitorial y se editan tratados procesales del Santo Oficio, como los de Raimundo de Peñafort (s. XIII), Bernardo Gui (s. XIV) y Nicolás Eymerich (s. XIV), en los que la Inquisición aparece como escudo y defensa de la fe cristiana. También se fueron ampliando las categorías delictivas y, además de juzgar en casos de herejías, se hizo en blasfemia, bigamia y brujería.”[7]


[1]La Inquisición Española. Ricardo Cappa.Pag 9. https://ia600301.us.archive.org/4/items/lainquisicinesp01cappgoog/
[2] La Inquisición de los Reyes Católicos. César OLIVERA SERRANO. http://www.durango-udala.net/portalDurango/RecursosWeb/DOCUMENTOS/1/0_447_1.pdf
[3] Notas sobre la motivación política de la Inquisición: Sus variantes en la francesa, castella y aragonesa. Ángel Alcalá Galve. http://www.dpz.es/turismo/monograficos/aragon-sefarad/VolumenI/VolI-11.pdf
[4]El secreto en la Inquisición Española. Eduardo Galván Rodriguez
[5] La Inquisición española (1478-1813). Gabriel Bernat. http://www.gabrielbernat.es/espana/inquisicion/index.html
[6] HISTORIA Y DOCUMENTACIÓN DEL SANTO OFICIO ESPAÑOL: EL PERIODO FUNDACIONAL. Dr. Juan Carlos Galende Díaz y Dra. Susana Cabezas Fontanillahttp://genocidiomorisco.blogspot.com.es/2010/02/historia-y-documentacion-del-santo.html
[7] Id. Id.

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