lunes, 28 de diciembre de 2015

2ª EDICIÓN DE MI NOVELA HISTÓRICA


 
"El Primero de los Insurgentes: El caudillo hispano que se alzó contra el Islam".-
¿Qué sucedía en el Al-Andalus contra el que se rebeló Omar Ben Hafsun?
 
Es muy conocido el proceso de la crisis martirial. El 18 de junio del año 850 fue decapitado en Córdoba Perfecto. En junio del 851 fue crucificado el monje Isaac. Semanas después sufrieron el martirio un soldado franco de la guardi palatina, seis monjes del monasterio de Tábanos y otros religiosos. El 24 de noviembre fueron ejecutadas las vírgenes Flora y María. Y los martirios en número creciente se sucedieron en el curso del año 852. La alarma producida por tales martirios provocó la reunión de un concilio presidido por el metropolitano de Sevilla. Pero el 16 de septiembre se produjeron nuevas ejecuciones; días más tarde, el 22 del mismo mes, moría repentinamente 'Abd A-Rahman' y los mozárabes atribuyeron a castigo divino su deceso (Claudio Sánchez Albornoz, El Reino de Asturias. Orígenes de la Nación Española )

En "El Primero de los Insurgentes: El caudillo hispano que se alzó contra el Islam" se describe el ambiente de irritación social y opresión que la dinastía oriental ejercía tanto sobre bereberes como, particularmente, sobre cristianos en todo el territorio bajo su dominio.
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domingo, 20 de diciembre de 2015

Comentarios a la Constitución Europea


COMENTARIOS A LA CONSTITUCIÓN EUROPEA
En el preámbulo al proyecto de Constitución europea afirmaban cosas tan peregrinas como que “Inspirándose en las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa, que alimentadas inicialmente por las civilizaciones griega y romana, marcadas por el impulso espiritual que la ha venido alentando y sigue presente en su patrimonio, y más tarde por las corrientes filosóficas de la Ilustración, han implantado en la vida de la sociedad su visión del valor primordial de la persona y de sus derechos inviolables e inalienables, así como del respeto del derecho


Lo único real de semejante afirmación es lo relativo a las corrientes filosóficas de la Ilustración, cuya realidad es tan radicalmente opuesta a la Historia de España y a la historia de la Cristiandad.

Corrientes filosóficas que, caso de no haber existido España, con su poder militar, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, hubiese significado, sin lugar a dudas, la desaparición de razas enteras en América, así como la destrucción de los pocos valores que perviven en nuestro mundo.

El espíritu de la Ilustración, y nunca el espíritu greco-romano, y por supuesto siempre en contra del espíritu cristiano ha sido la constante en la actuación europea, como mínimo desde Trento.

Ese mismo espíritu fue el que propició el exterminio del cristiano Imperio Austro Húngaro; el mismo que produjo la Revolución Francesa y el que propició el bolchevismo, con una colaboración más que decidida por parte de la Masonería, en sus versiones francesa e inglesa, contra la cristiana Rusia en 1917.

La instauración de la monarquía borbónica en España fue otro hito en el avance de la Ilustración, del europeísmo, y el declive de lo hispánico y lo cristiano.

Finalmente, el siglo XX y lo que va del siglo XXI no es sino el siglo del fortalecimiento e instauración, a nivel mundial, del liberalismo, de la Ilustración, del europeísmo, y un permanente debilitamiento de lo Hispánico, Romano, Cristiano y Humanista.

También afirman “que la Europa ahora reunida va a seguir por esta senda de civilización, progreso y prosperidad en bien de todos sus habitantes, incluidos los más frágiles y desfavorecidos”. Pero habría que determinar lo que entienden por civilización (no precisamente la civilización cristiana), sino una “civilización” donde los más bajos vicios se manifiestan como derechos inalienables, y donde los valores humanos, desde el mismo derecho a la vida, que ya en el derecho romano se le reconocía al nasciturus, son entendidos arbitrariamente y transmitidos, no a los sujetos de derecho, sino a quienes debieran tener la obligación de preservarlos.
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miércoles, 16 de diciembre de 2015

La conquista británica de España (XIV)

Tras el Congreso de Viena, un buen número de revolucionarios europeos decide impulsar la revolución liberal en América



Lo que a doscientos años de distancia y a la vista de los resultados parece evidente es que, “en 1817 en el congreso de Viena para la Reconstrucción de Europa tras las Guerras Napoleónicas, EEUU e Inglaterra…/… deciden repartirse América entre ellos: de Panamá al norte para EEUU, para el Sur, Inglaterra. Amenazaron a todos los gobiernos de Europa, (Francia, Austria-Hungría, Prusia, Saboya, Nápoles, Rusia), recién salidos y exhaustos tras 20 años de guerra, con financiar revoluciones republicanas y liberales” Miguel J. de Puigdorfila, lo marca en su obra “¿Por qué es mentira que las Américas eran una colonia?

Gran Bretaña, sí tenía y tiene muy claros sus objetivos, y se esmera con que, sutilmente, quede reflejada su impronta; así, el liberalismo y la dependencia europea, muy especialmente inglesa, quedó plasmado desde los símbolos nacionales hasta las proclamas de los políticos.
“Los símbolos nacionales, de la autoridad del estado y de la ilustración republicana, remedaron al neoclasicismo occidental, con gorros frigios, triángulos y pirámides masones, el uso sistemático de la diosa griega Themis con su balanza, espada y ojos vendados como alegoría de la justicia, el fascio de los lictores romanos (en la mayoría de los escudos nacionales y militares), y un abanico de unicornios, cuernos de la abundancia, querceas coronas romanas hechas de hojas de roble bien europeo.”
Pero la cuestión no se limitaba a lo simbólico, pues como deja señalado Rosendo Bolívar Meza, “a cambio del apoyo de Inglaterra en favor de la causa de los independentistas, Bolívar ofreció entregar al gobierno británico las provincias de Panamá y Nicaragua, para que formara de estos países el centro del comercio del universo por medio de la apertura de canales que, “rompiendo los diques de uno y otro mar, acerque las distancias más remotas y haga permanente el imperio de la Inglaterra sobre el comercio.”

Y para no crear agravios comparativos que alterasen los ánimos de la oligarquía criolla, se procedió a la redacción de la “Ley sobre la repartición de bienes nacionales entre los militares de todas clases de la República de Venezuela. Simón Bolívar, Jefe Supremo de la República de Venezuela, … Considerando que el primer deber del gobierno es recompensar los servicios de los virtuosos defensores de la República, que sacrificando generosamente sus vidas y propiedades por la libertad y felicidad de la patria …

Dada … en el Cuartel General de Santo Tomás de la Nueva Guayana, a 10 de octubre de 1817. (Firmada) Bolívar, J. G. Pérez, Secretario.”

La riqueza quedaba repartida, como buen botín entre británicos y criollos… pero la mejor parte se la llevaron los británicos, que siempre buscaron más… Así, en 1826 se celebró en Panamá un congreso convocado por Bolívar. En el mismo, Bolívar rendía América en bandeja a la Gran Bretaña.

Planteó varios extremos que culminaban con que “la Gran Bretaña alcanzaría, sin duda, ventajas considerables por este arreglo cuyos aspectos esenciales quedan resumidos en los siguientes puntos:
  1. Su influencia en Europa aumentaría progresivamente.
  2. La América le serviría como de un opulento dominio de comercio.
  3. Sería para la América el centro de sus relaciones entre el Asia y la Europa.
    4. Los ingleses se considerarían iguales a los ciudadanos de América.
    5. Las relaciones mútuas entre los dos países lograrían con el tiempo ser unas mismas.
    6. El carácter británico y sus costumbres las tomarían los americanos por los objetos normales de su existencia futura.
    7. En la marcha de los siglos, podrá encontrarse, quizá una sola nación cubriendo al universo: la federal.”
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martes, 8 de diciembre de 2015

ANOTACIONES PARA UN ESTUDIO DEL PRISCILIANISMO


EL CÓDIGO TEODOSIANO. UN APUNTE PARA ENTENDER LA HISTORIA


A principios del siglo IV, Constantino I había terminado con la clandestinidad de los cristianos, otorgándoles ciertos privilegios y permitiéndoles la construcción de grandes templos. En 313, a través del Edicto de Milán, el emperador había decretado la libertad de culto para los cristianos, así como para cualquier otra confesión, suponiendo ello el fin del paganismo como religión oficial del Imperio.


El día 27 de febrero del año 380, el emperador Teodosio I promulgaba desde
Tesalónica un edicto de fe dirigido a la población de Constantinopla, pero que, en el fondo, apuntaba a todos los súbditos del imperio. Comenzaba con las palabras siguientes:

«Todos los pueblos (Cunctos populos) a los que rige la medida de nuestra mansedumbre deben perseverar, según nuestra voluntad, en la religión que el divino apóstol Pedro transmitió a los romanos, como sostiene hasta hoy la religión anunciada por él. Como todos saben, siguen esa religión el pontífice Dámaso y Pedro, obispo de Alejandría, un hombre de apostólica santidad. Significa esto que, de acuerdo con el orden apostólico y con la doctrina evangélica, creemos en la única divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en igual majestad e interna Trinidad.

Ordenamos que cuantos siguen esta ley conserven el nombre de cristianos católicos, pero los demás, a los que juzgamos como locos e insensatos, cargan sobre sí la infamia de la doctrina herética, y sus conventículos no conservarán el nombre de Iglesias. Deben ser demandados primero por el juicio divino, pero, posteriormente, también mediante el castigo de la manifestación de nuestra voluntad, que recibimos mediante el poder del cielo». Este edicto de Teodosio prescribía la fe nicena como ley. Toda actuación contra su santidad sería castigada como sacrilegio.[1]

El edicto de religión del año 380 elevaba el cristianismo al rango de religión del Estado.
Lo que había comenzado en tiempos del emperador Constantino con el reconocimiento como religio licita y fue experimentando una creciente simbiosis de Iglesia y Estado era sancionado, con validez universal, por el acto jurídico de Teodosio. Igual que los cultos paganos, el cristianismo pasaba a desempeñar, aunque con ciertas reservas, el papel de religión sustentadora del Estado.[2]

Como consecuencia, el delito maniqueo y de magia no sólo era entendido como una cuestión de la conciencia religiosa («reservada al juicio divino»), sino perseguible por los tribunales de la autoridad civil.

Este hecho sería de importancia capital en el conflicto priscilianista, contrariamente a lo acontecido con el arrianismo, que fue condenado en el Concilio de Nicea de 325 pero no contó con una pragmática imperial. A partir de este momento, la herejía es entendida como un elemento de distorsión social que entraba en el ámbito de los intereses del estado.

Esta nueva situación haría que el estado participase en la cuestión priscilianista, ya que toda la tradición antipriscilianista es unánime en acusar a Prisciliano de mezclar prácticas paganas con elementos cristianos. A Prisciliano se le acusó de todas las herejías habidas y por haber, pero son dos, sobre todo, las que convirtieron su ejecución en Tréveris, el 385, en el primer caso de la caza a los brujos o de la futura Inquisición si se quiere: mago-brujo o maniqueo.[3]

Tras el concilio de Toledo, Prisciliano y sus seguidores viajaron con la esperanza de conseguir que el Papa y el Emperador refutaran las graves acusaciones de que habían sido objeto. En Burdeos quisieron entrevistarse con el obispo Delphinus, pero éste, alineado con Hidacio y con Itacio, no les recibió. Durante el trayecto hicieron prosélitos, como, por ejemplo, Eucrocia y Prócula, mujer e hija respectivamente del retórico Delfidio, considerado por los amigos del esoterismo un druida.[4]

Itacio acusó nuevamente ante el emperador Máximo a Prisciliano y sus seguidores. Máximo ordenó que fuesen llevados a Burdeos, donde en el año 384 se celebró un concilio compuesto principalmente por obispos de Aquitania para juzgarlos. Hidacio e Itacio eran los acusadores ante el Concilio y Prisciliano e Instancio los acusados. Entre los presentes se encontraba san Martín de Tours. La condena fue que a Itacio se le despojara del obispado, y también contra Prisciliano y el resto de los líderes del movimiento. Pero Prisciliano no consintió en ser jugado por los obispos y apeló al emperador, y los acusados fueron conducidos a Tréveris.[5]

De este concilio, que como se puede ver es nuestra principal fuente para el conocimiento de la vida de Prisciliano, dice Sulpicio Severo: "En mi opinión, me desagradan tanto los reos como los acusadores y al menos a Itacio lo defino como quien no tuvo peso alguno ni nada de santo; pues era osado, parlanchín, desvergonzado, suntuoso, demasiado proclive al vientre y a la gula. Hasta tal punto había llegado su estulticia que llegó a acusar como compinches o discípulos de Prisciliano a todo santo  varón cuyo afán consistiera en la lectura o cuyo propósito fuera ayunar. El desgraciado
se atrevió incluso por aquel tiempo a echar públicamente en cara la difamación de herejía al obispo Martín, un hombre plenamente comparable a los apóstoles. Pues Martín, establecido por aquel tiempo en Tréveris, no dejaba de increpar a Itacio para que retirase la acusación y de rogar a Máximo que se abstuviera de la sangre de unos infelices".

El proceso se mantuvo en suspenso mientras Martín de Tours, contrario a la intervención civil en asuntos eclesiásticos, estuvo en Tréveris, incluso parece que obtuvo buenas promesas de Máximo. Pero los obispos Magno y Rufo, cuyas sedes se ignora, convencieron al emperador para llevar adelante el proceso. La causa la puso Maximo en manos del prefecto Evodio, hombre "violento y severo", según Sulpicio. En el proceso se halló a Prisciliano convicto de los siguientes cargos: magia, doctrinas obscenas, conciliábulos nocturnos con mujeres y de orar desnudo. Vista la causa, el emperador Máximo decretó que Prisciliano y sus amigos fueran condenados a muerte.

La lista de los ejecutados, según Sulpicio Severo, es la siguiente: Prisciliano, jefe de la secta; Felicísimo y Armenio; clérigos; Latroniano (del que Jerónimo en su De viris illustribus dice que era un varón erudito y comparable en la poesía con los antiguos) y Eucrocia.[6] Corría el año 385.

Sabemos que después de su ejecución, los cuerpos de Prisciliano y sus seguidores fueron traídos por sus fieles a Hispania, tal vez a Galicia, dado el fervor priscilianista que continuó durante dos siglos más. Las insinuaciones de Mons. Duchesne, luego repetidas por otros estudiosos, Hauschild entre ellos, han dado cierta base para suponer que los restos venerados desde el siglo IX del apóstol Santiago, en Compostela, no son otros que los de Prisciliano y sus compañeros, únicos personajes de cuyo culto hay constancia en Galicia hasta el siglo VII.[7]

Es probable que Prisciliano fuese enterrado en la iglesia de Sinfosio, en Galecia[8]. Los primeros indicios de existencia de cristianismo en Galicia son se mediados del siglo IV, y aparecen exclusivamente relacionados con Astorga y León.[9]

Sulpicio Severo nos describe esta situación: "Por lo demás, al morir Prisciliano, no sólo no se reprimió la herejía que irrumpiera bajo sus auspicios, sino que se afirmó y propagó más. Pues sus seguidores, que antes lo habían honrado como santo, comenzaron a venerarlo como mártir. Ahora bien, entre nosotros se había encendido una continua guerra de discordias que, agitada ya durante quince años con desagradables dimensiones, no había manera de sofocar. Y ahora, cuando especialmente gracias a las discordias entre los obispos todo se veía perturbado y confundido y depravado todo por  su mediación, a causa del odio, el favor, el miedo, la inconstancia, la envidia, el partidismo, las pasiones, la arrogancia, el sueño y la desidia, a la postre la mayoría rivalizaba con planes podridos y afanes contumaces contra los pocos que tenían buenas intenciones".[10]

La muerte de Prisciliano y sus seguidores tuvo un efecto inesperado. El número y el celo de los herejes aumentaron y se veneró como santos y mártires a los que habían sido ejecutados. El progreso y difusión de la herejía requería nuevos métodos de represión.

En el año 400 se celebró un concilio en Toledo en el que muchos, entre ellos los obispos Sinfosio y Dictinio (hijo de Sinfosio), se reconciliaron con la Iglesia junto a otros obispos que habían sido ordenados por ellos, al tiempo que se dictó que no se venerasen las reliquias existentes en Galicia.[11]Dictinio fue el autor de "Libra" (Las Balanzas) un tratado moral desde el punto de vista priscilianista. A mediados del siglo V se seguían leyendo con veneración los escritos heréticos de Dictinio, que al parecer fue obispo de Astúrica, donde recibió culto hasta el siglo XI.[12]

El Primer concilio de Toledo, celebrado en tiempo de los emperadores Arcadio y Honorio, el día 7 de septiembre, en el consulado de Estilicón, era 435 (año 397 d.C.), con asistencia de diecinueve obispos condena el priscilianismo y señala causas de las desavenencias:

Reunidos en la iglesia de Toledo los obispos Patruino, Marcelo, Afrodisio, Alaciano, Jocundo, Severo, Leonas, Hilario, Olimpio, Floro, Orticio, Asturio, Lampio, Sereno, Leporio, Eustoquio, Aureliano, Lampadio y Exuperancio de Galicia, distrito lucense, municipio Celenis, en total diecinueve, que son los mismos que en otras actas promulgaron la sentencia contra los seguidores de Prisciliano y los folletos heréticos compuestos por éste. Estando sentados los presbíteros y de pie los diáconos y reunidos los demás que asistían al concilio, el obispo Patruino dijo: Porque cada uno de nosotros hemos empezado a obrar de distinta manera en nuestras iglesias, y de aquí se han originado escándalos que casi rayan en verdaderos cismas, si os agrada a todos vosotros decretemos lo que ha de hacerse por todos los obispos al ordenar a los clérigos. Mi parecer es que debe guardarse todo lo establecido antiguamente en el concilio Niceno, y que no debemos apartarnos de estas normas. Los obispos dijeron: Esto mismo nos agrada a todos de tal modo que si alguno, conociendo las actas del concilio Niceno, se atreviere a obrar de otro modo distinto del que está prescrito y creyere que no debe atenerse a ello, sea tenido como excomulgado, a no ser que por la reprensión de sus hermanos corrigiere su yerro.[13]

Dictinio había nombrado muchos obispos, especialmente asentados en pequeñas ciudades, y fue sin duda el verdadero promotor del priscilianismo, que a su vez fue la primera expresión cristiana en Galicia. La coexistencia del arrianismo dentro de la Iglesia, en Galecia, se prolongó a través de los siglos.[14]

Fue muy amplio el eco que obtuvo este episodio: el emperador Teodosio declaró nulas las actas de Máximo y fueron rehabilitados los seguidores de Prisciliano.[15] El Papa censuró no sólo las acciones de Itacio sino también las del emperador. San Ambrosio fue igualmente severo en la denuncia del caso, y algunos de los obispos galicanos, que estaban en Tréveris bajo el liderazgo de Teognisto, rompieron la comunión con Itacio, que luego fue depuesto de su sede por un sínodo de obispos españoles, mientras que su amigo y cómplice, Idacio, fue obligado a dimitir.[16]


[1] HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA Versión castellana de ABELARDO MARTINEZ DE
LAPERA, de la obra Geschichteder katholischen Kirche, publicada bajo la dirección de JOSEF
LENZENWEGER. EDITORIAL HERDER, 1989. Pag. 141
[2] MARTINEZ DE LAPERA, ABELARDO. HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA Versión castellana de Pag. 141
[3] Fernández Ardanaz, Santiago Religiosidad cósmica y simbología pagana en Prisciliano.
[4] Acosta González, Andrés PRISCILIANO.
[5]DIEGO PIAY AUGUSTO ACERCAMIENTO PROSOPOGRÁFICO AL PRISCILIANISMO
[6]artehistoria.
[7]artehistoria.
[8]Carmen Cardelle de Hartmann El Priscilianismo tras Prisciliano. ¿Un Movimiento Galaico?
[9]Carmen Cardelle de Hartmann El Priscilianismo tras Prisciliano. ¿Un Movimiento Galaico?
[10]artehistoria.
[11]Carmen Cardelle de Hartmann. El Priscilianismo tras Prisciliano. ¿Un Movimiento Galaico?
[12]aciprensa.com/wiki/Priscilianismo
[13]Primer concilio de Toledo. Actas.
[14]aciprensa.com/wiki/Priscilianismo
[15]mercaba.org/VocTEO/P/priscilianismo.
[16]http://ec.aciprensa.com/wiki/Priscilianismo
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sábado, 5 de diciembre de 2015

LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN EL ISLAM


Participación política según el artículo 23 de la declaración de los derechos humanos en el islam, proclamados en El Cairo por la Conferencia Islámica celebrada del 31-7 al 5-8 de 1990:
Artículo 19d: No hay crimen ni castigo sino según los preceptos de la sharia.
Artículo 23-b: Todo ser humano tiene derecho a participar directa o indirectamente en los asuntos políticos de su país, así como el derecho a asumir funciones políticas según estipulen los preceptos de la sharia.

Artículo 24.- Todos los derechos y deberes estipulados están sujetos a los preceptos de la sharia.

Art. 25.- Idem
Etc.
Si tuviésemos que hablar del pensamiento político en los Evangelios, acabaríamos hablando de extremos cuya referencia a los Evangelios sería colateral, y ello estaría basado en los mismos Evangelios, ya que Jesucristo nos manifiesta que hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César  lo que es del César.
Mientras el cristianismo sólo exige coherencia a los cristianos a la hora de conformar su pensamiento político, y sólo exige la salvaguarda de los principios teológicos (y humanistas) que emanan de la doctrina y que coinciden con el derecho natural, y da libertad en cuanto a todo lo demás, pretender buscar en el Islam algo similar es tarea condenada al fracaso.
Encontrar en el islam una  expresión que quiera parecerse, aunque sea de muy lejos a lo que encierra la sentencia de Nuestro Señor, es tarea harto complicada, porque si bien es cierto que el cristianismo pone a Dios como cima de todas las cosas, no es desdeñable en absoluto el camino que nos marca Jesucristo en lo relativo a las cosas terrenas, y en concreto a las cosas políticas.
En base a esa premisa, queda manifiesto que  cada miembro de la sociedad tiene un conjunto de opiniones y de actuaciones que no tienen por qué interferir con Dios. Son cuestiones de cada quién.
Con el Islam no sucede lo mismo. En principio no parece que en el Islam se reproduzca ese mismo precepto de independencia, donde todo está férreamente supeditado a lo dictado en el Corán; con una particularidad: Es francamente difícil separar en el Islam los derechos civiles de los derechos religiosos, ya que los derechos de cualquier miembro de la sociedad civil no son iguales a los demás, sobre todo si se trata de un no islamista.
Sin embargo, algo llevan por delante los islamistas sobre los cristianos: No secularizan la religión, sino que impregnan con su fe el orden social. El Islam se mantiene como orden de vida, mientras los cristianos somos incapaces de hacer lo propio con el cristianismo, siendo que el cristianismo da libertad absoluta mientras que en el islam todo es esclavitud; todo está regulado bajo las leyes del Corán y de la sharia (que está compuesta por el corán y la Sunna del profeta), que controlan hasta lo más nimio, hasta aspectos de higiene o de mal gusto… y en esos casos no siempre imponiendo lo que podemos entender como más correcto.
En el Islam, lo que podríamos entender como parlamentarios está reservado a los “ulemas”, y los ulemas son personas poseedoras de conocimiento de la ley. Bajo este concepto, hay pensadores musulmanes que defienden que un físico, un químico, un economista… son ulemas, y como tales, dotados para conformar algo que podemos entender como parlamento… siempre y cuando se muestre sometido a la sharia.
No seré yo quién critique que los aspectos políticos deban someterse a los aspectos morales. Hay que dar a Dios lo que es de Dios, y en eso, personalmente, tengo plena coincidencia con la teoría del islam…
Pero es que, además, hay conceptos como el referido de dar al César lo que es del César, que quedan reiteradamente suprimidos, y con ellos el menor atisbo de autonomía personal, y ahí, como cristiano, me rebelo. Así, si no es reprobable que el Corán anime a comer con moderación (Sura 7: aleya 31) o a guardar la buena apariencia (7:32), también las tradiciones del profeta señalan otros aspectos menos comprensibles como  “que un creyente fuerte es más amado por Alá que un creyente débil” (Tradiciones del profeta o “Hadiz” relatado por Muslim, Ahmad, Ibn Mayah y Al Baihaqui), y señala obligaciones que entran más en el ámbito de la autonomía personal, como el baño corporal, que es obligatorio al asistir a las oraciones de los viernes (“Hadiz” transmitido por Bujari.) así como el uso de perfume, cortarse las uñas, afeitarse el pubis y depilarse las axilas (“Hadiz” relatado por Bujari y Muslim), o no recriminar a nadie porque se lance una ventosidad...
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